De Isabel Coixet hay que valorar su voluntad de hacer buen cine, que no es poco, pero hasta ahí da ‘Nieve en Benidorm’, una película cargada de situaciones inverosímiles, algunas bastante estereotipadas como la del taxista que intenta timar a un cliente recién llegado al aeropuerto de Alicante: he vivido muchos años en Fuengirola y les puedo asegurar a ustedes que si de algo entienden los británicos es de tarifas de taxis y de dinero, sobre todo un personaje como el protagonista que ha trabajado toda su vida en un banco en Manchester.
No es verosímil, y no quiero destripar la película, que este personaje en Manchester no haya viajado en su vida y que no sepa ni a qué se dedica su hermano en Benidorm.
Hay un introito de relación carnal entre el personaje de Carmen Machi, una policía local, y un recepcionista de hotel que de repente aparece ahí y no aporta nada a la historia.
No es verosímil que el abuelo del personaje de Carmen Machi se trasladara desde Almería a Benidorm al calor del negocio turístico, porque Benidorm, lo que es el Benidorm que todos conocemos, empezó en 1964 cuando Pedro Zaragoza, alcalde de la localidad consiguió que 150 parejas vascas pasaran ahí la luna de miel. En 1964, el abuelo de Carmen Machi debía estar en una edad próxima a la jubilación.
No es verosímil que el padre del personaje de Carmen Machi, que aparenta más de cincuenta años en la película, naciera en Benidorm y fuera un niño cuando Sylvia Plath estuvo en esa ciudad, es decir, en 1956. Además, si tenemos en cuenta el párrafo anterior. ¿Cuándo se trasladó el abuelo de Carmen Machi a Benidorm? ¿En la década de los 40?
La historia, digamos, policial es muy endeble y hace agua por los cuatro costados.
No es verosímil el romance entre Alex, la macizorra de la peli, y Peter, el jubilado inglés.
El personaje que interpreta Ana Torrent, Lucy, disfruta de una especie de don de la ubicuidad, pues siempre aparece en las situaciones más inconexas e íntimas, sin que se sepa a ciencia cierta qué aporta a la historia o, mejor dicho, sí se sabe: no aporta nada. Mucho misterio y pocas nueces.
La película se articula sobre una serie de informaciones meteorológicas, que nada aportan a la historia. Realmente decir que en Manchester hay un 98% de humedad relativa y que hará sol en Benidorm es una verdad de Pero Grullo.
Pero sobre todo, es inaceptable que Coixet pretenda ser profunda en sus diálogos y nos deje a todos insatisfechos de tan pretendida profundidad existencial.
Para remate de los tomates, se pretende establecer un vínculo entre los cambios meteorológicos y la actitud de las personas, lo que es una obviedad de traca y además no se justifica en la película.
En resumen, un proyecto fallido de la peor manera posible, porque se arropa de un pensamiento trascendental y se queda todo en la oquedad de ideas manidas.