Es cierto que no es la primera serie que pasa por desvelar la vida delictiva de Pablo Escobar (la colombiana 'Escobar, el patrón del mal' llegó primero), auténtico icono de las dos primeras temporadas de la ficción de Netflix. Sin embargo, sí es la que, a través de la mencionada plataforma digital, ha sabido catapultar el interés popular por algo de lo que mucho se habla, pero poco se sabe, el mundo del narcotráfico visto desde dentro. Para ello era necesario contextualizarlo, no solo en tiempo y lugar, sino lo que es más importante, poniéndole cara. Si el cine lo ha hecho repetidas veces en el ámbito del crimen organizado con tipos reales como John Gotti, Lucky Luciano o el más reconocible de todos, Al Capone, ¿por qué motivo, en este caso una serie, no iba a poder hacerlo con aquel que ha sido principal santo y seña del narcotráfico mundial?
La clave del delito, perdón, del éxito, o una de ellas, es convertir en atractivo el mal. ¡Ojo!, no confundir con dulcificarlo y su consecuencia medio implícita de justificar al delincuente, por más que nos lo acerque. Gracias a su forma ágil de contarlo, el no escatimar con la violencia y el apoyo de un buen trabajo de documentación secundado de cuando en cuando con imágenes reales, consigue la captación rápida y adictiva, a pesar de que los desenlaces, principalmente del mediatizado Escobar, son sabidos y de consulta fácil, fotografías incluidas, en internet. Aunque uno crea que pierde algo de fuelle tras el finiquito de la segunda temporada en Medellín, pronto remonta el vuelo con nuevos bríos siguiendo la pista del Cártel de Cali en la tercera. Vale la pena descubrirlo.
Parte de su esencia consiste en desvirtuar lo menos posible la realidad de los hechos y su cronología, trate el cártel que trate, y combinarlo con los consecuentes conflictos morales que surgen por el camino, a uno y otro lado de la ley. Como reflejo de tal, queda la abundancia de indicios que ponen en entredicho las actuaciones legales de gobernantes y policía, muchos comprados (por miedo) en beneficio de la causa criminal, si con ello son capaces de desmantelar al cártel pertinente y poner ante la justicia a sus líderes.
'Narcos' es pura tensión. Un salto al vacío incesante, una persecución y una huida sin cuartel, el gato y el ratón. Una forma tan buena como la que más de recordarnos que en esta vida hay vidas que no merecen vivir, pero sí merecen ser contadas.