¿Es posible hallar una película en la que la distancia entre la brillantez de los efectos digitales, además de una recreación brutal de época y la carencia de casi todo lo demás sea tan profunda? Sí, se llama 'Animales fantásticos y dónde encontrarlos'. Parece más preocupada en agradar los ojos que el corazón. No hay en ella nada más que estética, muy buena eso sí, única e insuficiente tabla de salvación de este despropósito de persecuciones de criaturas fantásticas a lo 'Men in black', y cuyo recuerdo en la memoria es completamente fútil. De lo único que es garantista es de abrir una puerta a una futura o futuras secuelas y eso, visto lo visto, no parece una buena idea.

Habría que preguntarle a J.K. Rowling, como autora del guion basado en su propio libro homónimo, si quedó convencida con el resultado final y fue capaz de vencer al sopor o también se rindió en los dulces brazos del sueño. Es muy probable que ni los seguidores más condescendientes de la autora británica, creadora de 'Harry Potter', sean capaces de encontrar ni un ápice de magia en la barita de Newt Scamander.