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Voto de quantumnumber:
9
Drama Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
20 de febrero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cisne negro es una locura. O mejor dicho, la locura. Literalmente. Es el rodaje del descenso de su protagonista, Nina (Natalie Portman), al abismo del delirio. Es un billete de ida (y complicada vuelta) a lo más profundo de su mente: la de una perturbada bailarina de altísimo nivel que es elegida para representar el papel principal en una nueva versión de El lago de los cisnes, lo cual le supone una enorme presión en su búsqueda de la interpretación perfecta. Nótese que he comenzado la frase anterior usando el adjetivo “perturbada” para referirme a Nina. No es un error. Nina ya está previamente perturbada antes de ser elegida para ese papel, y de esta forma se nos presenta con una gran inestabilidad emocional que Aronofsky y Portman describen con insultante naturalidad. Es una joven sometida a una presión y una exigencia constantes, que vive por y para la danza, y cuya vida social más allá de ésta se limita exclusivamente a la relación que tiene con su madre (Barbara Hershey), una ex bailarina que nunca llegó a triunfar realmente. Y a este respecto, se nos muestra también desde el comienzo del film a una madre sobreprotectora, controladora, que en cierto sentido continúa viviendo su sueño de triunfar en el mundo del ballet a través del presente de su hija, y que contribuye con ello a ese desajuste emocional que exhibe Nina durante toda la película. Finalmente, cuando se une a la compañía una nueva bailarina, Lily (Mila Kunis), joven extrovertida y sensual que parece poseer cualidades innatas de las que Nina carece y que además goza de la admiración del director Thomas Leroy (Vincent Cassel), surge un nuevo factor que afectará también a nuestra ya de por sí trastornada protagonista: los celos.

En este contexto, Aronofsky desarrolla una peculiar cinta que cabalga entre el thriller, el drama, y el terror psicológico; y que supone para el espectador un arabesco de un atractivo superlativo. Ahora bien, alguno podrá pensar que hay ciertos detalles que, sin llegar a molestar, contribuyen a que la película pierda credibilidad, y por tanto, su principal objetivo: que el público se la tome en serio. Incluso aceptando sin rechistar la representación exagerada de la locura de Nina (alguno diría que está para que la encierren y se preguntará como nadie se ha dado cuenta), ciertas secuencias son demasiado aparatosas, “pasadas de rosca” si lo prefieren. Pero ese es precisamente el encanto de la obra. Es cine en su estado más puro, visceral y personal, grave y trascendente, made in Aronofsky. La belleza de dejarse llevar.

Con todo ello, Cisne Negro impacta, perturba y excita, manteniendo una tensión in crescendo desde el comienzo hasta su conclusión, que supura emociones en cada plano rodado con cámara en mano, en cada sonido bizarro ambiental o pieza clásica, en cada gesto de una sublime Natalie Portman en el mejor papel de su carrera.
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