Si ya en 2010 nos sorprendieron con "Buried", donde durante hora y media veíamos a un hombre metido en un ataúd luchando por sobrevivir, ahora nos traen "The Guilty", donde tenemos a un policía de emergencias haciendo todo lo posible por salvar la vida de una mujer.

Lo que más me ha soprendido de esta película es que la tensión se transmite a través de la tranquilidad que se respira en la oficina. A través del teléfono podemos oír llantos, súplicas y desesperación, pero lo que nosotros vemos son a gente de uniforme, sentada delante de un ordenador, comiendo, muy tranquilos.

Y además, la música brilla por su ausencia. No hay nada de banda sonora hasta el último minuto de la película, y si ha habido antes, no se ha notado nada.

Además, hay una cosa que hace que la película sea una maravilla: los clichés de heróe de acción. Han decidido coger todos los tópicos: saltarse el protocolo, coger confianza con la víctima, hacer promesas de que todo se va a solucionar... y muchos más. ¿Y qué ocurre? Que el protagonista la caga cada vez que se intenta hacer el heróe. Haciendo lo que cree que es correcto, consigue empeorar la situación cada vez más, hasta tal punto que uno ya no piensa "pobre hombre, a ver si soluciona esta situación", sino "este tío es imbécil y en su casa no lo saben". Estás deseando que alguien le tome el relevo, porque en cualquier momento, todo puede acabar, y muy mal.

"The Guilty" es una de esas sorpresas que, por mucho que pienses que es predecible, toman otro camino que ni siquiera te da tiempo a asimilar. Los dos giros de guión que hay son brutales. Sales de la sala con un mal cuerpo increíble. Muy recomedada.