Historia de un fiscal general judío y socialista, Bauer (Klaubner), que se toma en serio la tarea de perseguir a los colaboradores nazis que permanecen agazapados y protegidos en los entresijos de la administración alemana de 1957.
Han pasado ya doce años del final de la guerra y los resultados no pueden ser más desalentadores. Por eso fija su atención en Adolph Eichman, uno de los máximos responsables del holocausto que se halla oculto en Argentina.
No lo va a tener nada fácil por las trabas que encuentra en la propia Alemania, donde apenas cuenta con su ayudante Karl Angermann (Zehrfeld) ante la abierta hostilidad de sus colegas.
Atrás quedan entre cinco y seis millones de judíos muertos en los campos de exterminio, mientras muchos responsables prosiguen su vida como si nada dentro del sistema.
Antisemitismo activo y pasivo.
Buen guion centrado en la figura del fiscal al que le sobran las referencias homosexuales, sin duda una concesión gratuita a su poderosa Liga. La realización mantiene un ritmo mesurado y constante para dar tiempo a explicar el panorama político de la época, cómo la justicia debe acomodarse a los intereses y equilibrios supranacionales.
Lo mejor es la tremenda actualidad de lo que se cuenta. Sigue habiendo intereses y equilibrios políticos capaces de criticar hoy a Israel cuando acaba de sufrir un atentado terrorista que le ha costado cerca de un millar y medio de víctimas.
Más antisemitismo, ahora entre lo que está llamado a ser chatarra de la historia.
Una buena película que no deben perderse.