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Voto de Lafuente Estefanía:
9
Western Año 1870. Matt Fletcher (Marlon Brando) es un solitario cazador de búfalos que regresa a su pueblo, en la frontera de Río Grande, con un semental appaloosa. Su intención es dejar su vida nómada, asentarse y dedicarse a la cría de caballos. Por ello cuando un bandido mexicano, Chuy Medina (John Saxon), le roba el caballo, Matt hace todo lo posible para intentar recuperarlo. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una excelente presentación de los créditos, el arranque de la cinta muestra ya la personalidad del protagonista. Andrajoso, sucio, con greñas y largas barbas, vistiendo un ajado uniforme confederado, eso sí, montando un magnífico semental appaloosa, entra Mateo Fletcher (Brando) en el pueblo mejicano de Ojo Prieto. Ante figura tan mísera, un perro acosa sin tregua al caballo. Para Mateo su montura, mira fijamente al perro y este, a continuación, sale espantado. Corre el año 1870.
Segunda escena. El viajero se para ante la iglesia, entra, confiesa sus pecados (muertes en defensa propia y mujeres), arrepentimiento, penitencia y perdón. Viene a continuación el encuentro con Trini (Comer), novia humillada del poderoso bandido mexicano Chuy Medina (Saxon) que se interesa enseguida por el caballo de Mateo, encuentro que marcará ya la trama de la película. Centrada aparentemente en el robo del semental y en su recuperación, en el fondo atiende a cuestiones más profundas como el destino de las personas, la capacidad para rehacer sus vidas rotas, la eterna lucha contra la injusticia, la gratitud y la generosidad con quienes asumen esta tarea. En fin, una serie de valores humanos que el western encarna como ningún otro género.
Y, desoyendo todos los consejos ("Chuy no es un hombre solo, es casi un ejército"), Mateo parte en busca de su caballo. No es una cuestión de venganza sino de justicia. Lavado y afeitado, trata de oscurecer su rostro con los posos del café en una escena magistral, viste luego su ropa mejicana saliendo de la casita de su hermanastro mientras suena una suave balada mejicana que nos recuerda otra despedida de "Grupo salvaje".
A destacar asimismo los diálogos en la pulquería del pueblo camino de Cocatlan, donde sienta sus reales el malvado Medina junto a su fiel lugarteniente Lázaro (Fernández). La tensa conversación previa al pulso que mantienen Medina y el capturado Mateo con la mano izquierda, sabiendo que el perdedor sufrirá la picadura mortal de un escorpión de Durango. Pierde Mateo, como ha perdido con anterioridad todos los enfrentamientos que ha mantenido con su enemigo, pero sus principales armas son la tenacidad y la calma. El rápido raspado que hace sobre la picadura con una botella rota, la huida cuando lo dan por muerto y los brebajes de un pastor que lo oculta obran el milagro de su curación. Eso sí, después de una copiosa sudoración, pues la medicina clásica consideraba que a través del sudor se expulsaban los humores perniciosos.
En fin, una gran película en todos los aspectos. Dirección, guión (pese a otras opiniones en contra), música (con sus aires charros), fotografía, ambientación y caracterización. Todo raya a gran nivel, pero en especial la interpretación de los dos protagonistas principales: Brando, contenido y eficaz (lo mismo en westerns que en los demás géneros), y Saxón que está a su altura. Magnífico también ese secundario de lujo que es Fernández.
En el debe tal vez deba incluirse el abuso que se hace de los planos muy cortos.
Lafuente Estefanía
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