La concepción de 24 fue un tanto catastrofista por parte de sus padres adoptivos (la cadena Fox) quienes dudosos de la aceptación comercial que alcanzaría este artísticamente avasallador producto, se plantearon la primera temporada como si fuera a ser la única, y la cerraron de manera apocalíptica entregando uno de los mejores cierres de temporada que se han visto.

Esta serie presenta un retrato preciso y profundo de una época y un ambiente, que aunque algo exagerado nos muestra la telaraña de mierda existente en las grandes ligas de la política. Frecuentemente cuestionada por el gobierno norteamericano debido a su constante similitud con hechos cotidianos del quehacer gubernamental, los creadores lucharon contra viento y marea para subsistir en un mundo donde las series no toman riesgos (solo subsisten).

La tensión se convierte quizá en el personaje más importante junto al buen Jack y es aquí donde toma relieve el sobresaliente trabajo de (Kiefer Sutherland) que habrá tenido no más de 10 escenas tranquilas en los 193 capítulos. Y es que no es fácil sostener el estado emocional de un personaje como Jack Bauer que toma tras toma mostraba un nivel adrenalínico capaz de hacer fallar el corazón más saludable.

La serie salta de personaje a personaje, de lugar a lugar, recurriendo a la técnica de la pantalla múltiple, que nos permite ver durante unos segundos lo que sucede en dos, tres o cuatro puntos calientes de la historia, y saltar de uno a otro demostrando al espectador que todo sucede en tiempo real (aunque a veces tengan que hacer trampas para cumplir con los tiempos y otras veces no los cumplan del todo).

Indudablemente 24 marcó una época, se arriesgó, innovó y eso se agradece; por lo pronto esperaremos acontecimientos y buenas nuevas sobre la película que ya se encuentra en pre-producción y se estrenará si todo sale bien a finales del 2012 hasta entonces… “incondicionales”.