Zatocichi es un personaje recurrente en la filmografía japonesa posterior a 1960. Su ocupación es ser masajista y dedica su tiempo libre a los juegos de azar, aunque es ciego; pero tiene un manejo excepcional del shikomizue (especie de katana carente del típico guardamano que se encuentra entre la empuñadura y la hoja) lo que le hace un enemigo temible. La importancia de este personaje en la cultura popular japonesa es tan grande que de el se realizaron más 25 películas y algunas series de televisión. Gracias a su figura es que en occidente se popularizó la cultura Samurái y el Bushido.

La película de Kitano es agradable de ver, está ambientada en el Japón feudal del siglo XIX y se percibe como una ventana a los neófitos de la cultura japonesa donde los personajes típicos, las aldeas y las relaciones entre ellos se aprecian en forma muy clara aquí. Evidentemente no es una película histórica y no debe verse como tal. Es mejor apreciarla como un par de horas de interesante entretenimiento que el director ofrece al espectador. Sin embargo, los combates son algo sanguinarios (muy a la escuela de Tarantino) y veremos algunas buenas dosis de hemoglobina artificial salpicando la pulcritud de los kimonos y las chozas, mezcladas con formulas cómicas que recordaran al “Chavo del Ocho”. Imperdibles las escenas musicales, en especial la última. En fin, película no recomendada para criticones amarguetas de cine.