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Colombia Colombia · Bogotá
Voto de Casaubon:
10
Comedia. Drama Una mujer de escasos recursos (Edna Purviance), ha tenido un hijo siendo soltera, y al sentirse abandonada por el padre del niño, decide también ella abandonar al bebé, con la esperanza de que una familia rica lo coja en adopción. Pero el pequeño terminará en manos de un vagabundo (Charles Chaplin), quien pronto se encariñará con él y decidirá sacarlo adelante como sea. Cuando el niño, llamado ahora John (Jackie Coogan) llega a los ... [+]
12 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algunos meses tuve el privilegio de almorzar un ajiaco preparado a la usanza antigua, la de mis ancestros, la de mis raíces, la de aquella tradición que inunda mi memoria, la que conforma las bases de aquello que nos identifica como colombianos. Una sociedad trabajadora que arranca con esfuerzo y dignidad los frutos de la tierra. Una población que cree en el “donde comen dos, comen tres”. Una gente que cree en las tradiciones y en la importancia de los ritos y la disciplina. Gente que se alimenta con ajiaco preparado en fogón de leña y servido en cazuela de arcilla negra; una tradición que ni Knorr, Nestlé o Monsanto podrán igualar así inviertan millones en investigación de productos.

Algo así sucede con “El Chico” de Chaplin. Sus escasos 50 minutos de metraje son suficientes para reconocer en qué consiste el cine como arte y no como industria. La historia puede resultar familiar para la mayoría de nuestra generación: Una madre de escasos recursos económicos debe abandonar a su hijo recién nacido el cual, por cosas del destino, termina en manos de un vagabundo quien se encarga de su crianza; pero el tiempo pasa y las cosas cambian. Pareciera algo común y simple; además de ser cine en blanco y negro y hacer parte del “temido” cine silente al cual los jóvenes espectadores rehúyen. Sin embargo, y sin disponer de un presupuesto proporcional que una película de mediana calidad contemporánea, esta cinta logra transmitir ese “algo” que tanta nostalgia genera y que nos permite sonreír con sana inocencia guardando la esperanza de un camino alternativo al meramente económico que inunda a las propuestas cinematográficas actuales. Vale la pena verla, seguramente serán unos de los 50 minutos mejor invertidos de sus vidas.
Casaubon
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