En "El consejero", la congregación de estrellas al servicio de Scott es, inversamente proporcional al interés que despierta el film en el espectador. Y es que, para ser totalmente sinceros, tarde noventa minutos en saber de que iba realmente la película, y noventa y seis en olvidarlo.
Uno de los máximos responsables del despropósito que es la cinta es su guionista, Cormac McCarthy. Este ha convertido, el texto de "El consejero", en una especie de concurso para ver que personaje dice la cita más brillante o la anécdota más molona. Vamos, que el guion no puede ser más pretencioso de lo que es. Y dentro de esa pretenciosidad de cartón piedra, los que salen más perjudicados son los espectadores, perdidos en un océano de sinsentidos. ¿Quién le habrá dicho a McCarthy que sabe escribir guiones de cine?...
Entretanto, el reincidente Ridley Scott sigue sumando películas olvidables a su malgastada filmografía. Y es que, en cuanto lo sacas de la ciencia ficción, se pierde. "El consejero" más parece un larguísimo anuncio de moda que una película medio decente. A las cinco estrellas que se han dejado caer por la cinta, se las ve haciendo tremendos esfuerzos para hacer creíbles a personajes y a situaciones que no se los creería ni el tonto del pueblo.
Definitivamente, no merece mucho la pena "El consejero". Algo que por otra parte ya me temía; y eso es lo que más me preocupa, teniendo en cuenta de quien viene.