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Voto de McCunninghum:
7
5,1
597
Drama
Arnau, un adolescente que vive en su imaginario de papel e inmerso en una frágil realidad, viaja inconscientemente a la deriva. Sus compañeros de aventura son un zorro y unos cuantos pájaros cantores: pinzones, verderones, pardillos y un jilguero que es la esperanza de su vida. Ningún otro canta como él, gracias a muchas horas de trabajo paciente y minucioso adiestramiento. Sin embargo, Arnau vive apenas sin respirar porque algo mucho ... [+]
20 de septiembre de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe una leyenda que reza acerca de un Joven Marc pesaroso y apesadumbrado y que tenía problemas para enunciar frases de mas de cinco sílabas que peregreinó a la Ciudad de la Luz para encontrarse con el Viejo Robert, al que el Joven Marc consideraba un maestro en algún oscuro arte. Llegado al portón de la casa del Viejo Robert, donde lo recibió una monja vestida de mujer, tras las subsiguientes pesquisas, el Viejo Robert se negó mondo y lirondo a encontrarse con el ignoto discípulo. La negativa conversacional del adusto viejo duró varias semanas. El impenitente joven, que pernoctó entretanto en la parada de metro de Inválidos y vivaqueó sobre un banco de piedra situado debajo de una estatua de Pascal, insistió de forma solemne y ritual. Entre negativa y negativa se trenzó entrambos una especial afinidad. El Joven Marc repasaba, mientras esperaba horas enteras sentado en el descansillo, la obra oscura del Viejo Robert. Éste dormía, supino y horizontal, más de veinte horas diarias, y apenas pensaba en nada. Hasta que un día, el Viejo Robert, que insistía en no dejar pasar a su compinche de negativas, aceptó cenicientamente que lo acompañara en una excursión a la iglesia del barrio. El Joven Marc, de un pasado recalcitrantemente comunista, siguió a su adorado maestro, y se arrodillo detrás de él. Mientras escuchaba la música, el Viejo Robert, desde luego, no se dignó dirigirle la palabra, el Joven Marc ideó la forma de agradecerle el momento epifánico que ahora mismo lo encumbraba. Tiempo después, Robert murió, y Marc empezó a hacer ficciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ficciones que, en sus comienzos -Pau y su hermano, Las manos vacías-, eran más bien desarrapasa narraciones con cierta tendencía a la extinción, y con una obsesión por la estética de la desaparición de las personas. Una aventura. En Días de Agosto, uno de los primeros ejemplos del producto made in Pompeu Fabra, la ficción se imbrica con momentos de realidad topológica, elevándose hacia una poesía de la imagen que hacía la película más porosa a lo emotivo. En petit indi, más allá de la leyena, Recha compone su mejor ficción hasta la fecha. Lo que en apariencia es un deficcit de interpretación se transforma en una férrea metodología que tiene en Bresson a su único profesor. A lo largo del film, que es un compendio de lugares bressonianos, Recha scrachea hitazo tras hitazo, todo en acordes grises, la filmografia de Robert Bresson: cárcel con una condenada ha muerte que no se escapa, dinero circulando (entregado, ragalado, prestado, robado a lo Pickpocket), un sinfín de os/xtias, recibidas, como Mouchette, sin una lágrima. Una inmejorable actuación de los mejores modelos posibles: el pájaro cantor y el zorro magullado. Pies que vienen y van, y se detienen. Quiere la bressonada, la rechada, que el mundo sea obviamente una mierda. Quiere el mundo que Schopenhauer tenga razón. Quiere la cosa (la naturaleza, la vida), que el zorro se coma al pájaro. Que el hombre se zumbe al zorro. Y que la pena, que no el hombre, se la lleve el río, con los cadáveres.
(Perdón por lo raudo del asunto...) Es sólo un comentario automático.
(Perdón por lo raudo del asunto...) Es sólo un comentario automático.