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Voto de GonzaloyGracias:
8
Drama La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda ... [+]
14 de noviembre de 2022
74 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que la película gustó, y mucho, al público asistente, y a mí entre ellos, claro está. Cáit es una niña silenciosa, tímida, que vive con unos padres impresentables, con muchos hijos y pocas ganas de proporcionar a su extensa prole no solo los cuidados más elementales, sino afecto. Aunque solo fuera esto último, sería lo más importante.

Durante unos meses (final del embarazo de la madre) Cáit es enviada, empaquetada, para que viva con la familia de una prima, que no tiene hijos. La mujer que la recibe en el nuevo hogar es amable, educada y el hombre se muestra reservado, un tanto hostil. La falta de contacto físico en otras culturas (abrazos, besos), nos sorprende a los habitantes del Sur, pero hasta en esta historia nos resulta excesivo... Algo ocurre que se irá desvelando a lo largo de la película.

Película irlandesa, rodada en gaélico, la historia se desarrolla en los años ochenta del XX en un entorno rural. El título con el que ha llegado a este festival juega con el título mítico "The quiet man" de John Ford, pero hasta ahí llegan la semejanza. En "The quiet girl”, en contraste, lo que importa es que esta niña sea aceptada, sea querida y rompa ese silencio en el que se ha refugiado para soportar las inclemencias de los adultos y de sus compañeros de escuela. Solo un guion escrito con mucha fineza y una puesta en escena sobria, llena de pequeños detalles, nunca abusivos, puede conseguir el milagro de que el film no se deslice hacia lo sentimentaloide. Todo lo contrario: esa contención nos regala pura emoción. Gracias también a la mirada de una niña llamada Catherine Clinch. Un portento.
GonzaloyGracias
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