El Caso Bourne es una de mis películas favoritas dentro del cine de espías. Combinaba acción y thriller con las dosis adecuadas de realismo y drama contenido. Su mayor virtud, en mi opinión, era que Jason Bourne sabía tanto de su vida al comenzar la película como el espectador. Su meta era saber quién era y todos nos sentíamos identificados con él en su aislamiento y soledad. Era la antítesis perfecta de James Bond.

Sin embargo, cuando vi el mito de Bourne me decepcionó bastante. La segunda parte ya no contaba con el factor sorpresa y algunos se quejaron de la taquicardia que parecían sufrir todos y cada uno de los cámaras. Planos cortos, temblorosos y demasiado confusos me alejaron de una historia bien hilada y narrada. Ahora, con el paso de los años, se ha demostrado que esa particular manera de dirigir la película por parte de Paul Greengrass triunfó y otros muchos directores empezaron a utilizarla para conseguir una sensación de dinamismo y agilidad en las escenas de acción.

Así pues, me dije que sería bueno darle otra oportunidad, y la verdad es que no me arrepiento. La vi saltándome la primera película, que casi me sé de memoria, así que no recordaba los pequeños detalles ni los nombres de algunos personajes, pero por suerte no me hizo perder el hilo de la trama en ningún momento.

La película arranca de manera traumática para Bourne, lo que de alguna manera compensa esa pérdida del factor sorpresa que mencionaba antes. En esta ocasión como espectadores sabemos más que Jason, lo que nos da la oportunidad de ver cómo funciona el cerebro de un espía que se cree traicionado y engañado. Todo lo que ocurre tiene sentido, nada de lo que hace Bourne nace de las exigencias de guión; cada escena es lógica y plausible (a excepción de cierto momento que mencionaré en spoiler*). Su apartado técnico es increíble, igual que en la primera, con las coreografías de pelea y las persecuciones más realistas que recuerdo haber visto nunca.

La trama es sencilla, pese a parecer compleja en apariencia, y no hay que ser un premio nobel para entenderla, pero contiene el suficiente misterio como para mantenerte en tensión hasta el final. Une el pasado de Bourne con su presente, enfrentándole a su lado más frío y llevándole hasta una magnífica escena final muy dura, donde lucha contra los remordimientos y la conciencia de una vida que apenas recuerda.

En lo negativo debo mencionar a un villano quizá algo plano y a un sicario que no da demasiado juego.

Nota final: 7.8