Mustang no es una mala película, ni mucho menos, pero después de ver la cantidad de premios y nominaciones que recibió el año pasado esperaba algo más de ella. La historia de cinco huérfanas prácticamente encerradas en su casa con su abuela y su tío esperando a ser casadas me había echo imaginarme algo más duro, más atrevido y más crítico. En mi cabeza se había formado una especie de adaptación de "La Casa de Bernarda Alba".

Sin embargo, la película se queda en la superficie de la injusticia que quiere denunciar, no ahonda en los culpables reales ni busca la raíz del problema. Los personajes son excesivamente planos y maniqueos. Las situaciones ya vistas y esperables. La escapada, el castigo, las escenas en las que las niñas se evaden con la imaginación y se divierten juntas, el momento dramático que no podía faltar... Son todo cosas que sabemos que van a ocurrir y no por ello debería ser algo malo, pero sí lo es el hecho de que no te produzcan ninguna emoción. Una película que trata de impactarte y hacerte pensar con escenas cotidianas debería intentar ir más allá, buscar aquello que la haga diferente del resto y sorprenda al espectador.

Otro punto negativo lo encuentro en el comienzo. En esa primera media hora que aplauden hasta los que critican abiertamente la película, yo encuentro un cambio en la actitud de la abuela y del tío demasiado repentino. Las niñas son castigadas por jugar con un grupo de chavales de su edad en el mar el último día de colegio. Ríen, hacen bromas, se pelean y luego se les pasa, entran en la huerta de un vecino a robarle unas manzanas... es decir, como cualquier otro grupo de chavales de su edad, ya sea en Turquía, Francia o un pueblo de Cuenca. Y además no da la sensación en ningún momento de que sea algo puntual, parece que es un día más en su vida; otro día normal y corriente. Sin embargo, una vecina ha considerado que su actitud con los amigos ha sido desvergonzada, así que corre a contárselo a su abuela y esta, sin pensárselo dos veces, las castiga una a una como si fueran criminales, decide encerrarlas en casa hasta que se casen e incluso su tío las lleva al médico para asegurarse de que siguen vírgenes.

Yo no critico que la decisión de la abuela sea demasiado intransigente porque acepto que existe mucha gente con esas ideas en la cabeza, pero no deja de sorprenderme que hasta ese día las niñas no hayan hecho algo parecido en algún momento. Da la impresión, o por lo menos a mí, que es una manera un poco de torpe de introducir el problema.

Luego, la parte central, en mi opinión, mejora bastante desarrollándose de manera más que correcta. La evolución de las niñas, sobre todo de la mayor y de la pequeña, me parecen muy acertadas. La primera pasa de ser la más crítica con la situación a aceptarla cuando las cosas salen como ella quiere, mientras que la segunda, la más protagonista de todas, representa el lado más moderno de la sociedad, el que se rebela contra el poder establecido con uñas y dientes y algo de ingenuidad, el que busca apoyo en su familia y sólo lo encuentra a medias, y el que finalmente se presenta como la única manera de luchar contra las normas y el sistema; tan cómodo para algunos como injusto para la gran mayoría.

El cierre, por otra parte, se me hizo algo burdo, tanto por la manera en que se resuelve la última boda, como por la última escena, demasiado previsible si tenemos en cuenta que el prólogo sólo tenía sentido si la película acaba precisamente como acaba.

En definitiva, película interesante pero algo decepcionante por quedarse en la superficie de la injusticia que quiere denunciar. Le faltó en mi opinión algo de atrevimiento y bastante de crítica social; pero aún así recomendable en líneas generales.

Nota final: 6.4