El irregular (en la dirección) George Clooney nos trajo una de sus mejores películas, por ahora la penúltima, en la que trata cómo el poder corrompe a las personas por muy idealistas que puedan parecer.
El filme nos cuenta los entresijos que se llevan a cabo en la campaña de primarias del Partido Demócrata para conseguir la nominación de un candidato (George Clooney) a la presidencia y cómo su equipo de campaña (Ryan Gosling y el llorado Phillip Seymour Hoffman) luchan para conseguirlo. Así, nos presentan a unos personajes positivos: el candidato defiende unos ideales justos y progresistas y el asesor es un joven soñador que cree que se puede hacer política de otra forma. Hasta que llegan los problemas* y entonces la política y el poder no entienden de barcos y da igual que seas uno de los mejores cerebros del país: se abrió el coto de caza y hay que ir a por las mejores piezas. Clooney retrata de forma realista las relaciones que se basan en una sola cosa: el interés. La lealtad, la camaradería y la honestidad duran en ese mundo menos que un billete de cien euros en la puerta del Congreso, campando a sus anchas la traición y la doblez.
Muy buena película de Goerge Clooney, en la línea de “Buenas noches y buena suerte” (¿será el mismo director de “Ella es el partido” o “Monuments Men”?), con un mensaje y un compromiso diáfano aunque estremecedor y paradójico: uno renunciaría a sus ideales por conseguirlos. ¿O acaso es que los ideales están muy bien pero, como decía Groucho, si no les gustan, tengo otros? ¿O no es eso?**