El tándem Joe Wright/ Kiera Knightley se está especializando en realizar films de época así que, si uno ve a la señorita Quijada en el cast y al director británico hay muchas posibilidades de que se vean cancanes, peinados con laca y vestidos ceñidos al pecho... Además todas ellas son un dramón considerable. La verdad es que tanto “Expiación” como “Orgullo y prejuicio” están bastante bien pero no es el caso de esta enésima versión de la obra de Tolstoi.
La verdad es que lo más novedoso de esta película es la puesta en escena que quiere ser muy novedosa y revolucionario pero que ya llega a ser cansino. La idea de situar la acción en un teatro que va cambiando los escenarios para unir una secuencia con otra y que sirve como decorado para casi todos las escenas puede ser una buena idea, sin duda, algo deudora quizás de Lars Von Trier y su “Dogville” y es curiosica la cosa, la verdad, pero de tanto usar el recurso termina siendo cargante, mucho. Otro elemento que no me terminó de convencer es el tratamiento que el guinista y/o el director le dan al trágico personaje principal. Anna Karenina es un personaje insatisfecho y reprimido que descubre lo que es el amor y la felicidad renegando de todo lo que ha sido, lo que le lleva al remordimiento y, a veces, al arrepentimiento, que sólo sofoca con el amor. Aquí la pintan como una neurótica celosa con varios tics nerviosos que no se sabe si son responsabilidad del director o de la (bastante mejorable) interpretación de Keira Knightley.
Las interpretaciones oscilan entre la contenida y certera interpretación de Jude Law, la más rutinaria de Aaron Johnson y la más desbocada de Kiera Knightley que está más insoportable que nunca con esos tics y esos movimientos desorbitados de ojos. Lo que ya no puedo comprender es que aún esta chiquilla sea considerada como una belleza o como un icono sexual: una tipa extremadamente delgada, con un mentón prominente (como poco), con la quijada salida, con los dientes totalmente removidos y un ojo mirando para cada lado... no es el paradigma de la belleza para mi gusto, precisamente.