Flaco favor le ha hecho el traductor de la productora a este film, porque con sólo verlo dan ganas de salir corriendo en cualquier dirección. Y no se puede culpar a nadie de esa decisión porque uno se imagina lo peor: tras ver a vampiros y hombres lobo competir por el amor de una muchacha o ver a un triángulo amoroso entre unos alienígenas y la resistencia ya sólo nos faltaba ver a un zombi enamorado de una humana.
Y básicamente, de eso va la película, no vamos a engañarnos, no es nada del otro mundo pero sorprendentemente tampoco cae en los topicazos del cine para adolescentes que nos asola. Tiene una primera mitad del film bastante sorprendente, la verdad: algunas escenas bordan lo gore, el que el narrador sea el protagonista da un punto de vista sorprendente y original y el hecho de que adquiera los recuerdos de la gente que es devorada por los zombis tampoco está nada mal. También es verdad que, sobrepasado este punto, la cosa decae bastante. La trama va por derroteros más convencionales y menos arriesgados y en algunos momentos es de una ingenuidad considerable, sobre todo hacia el final.
En definitiva, una película que no es tan tonta como parece y que sale bien parada si la comparamos con otras dedicadas al público adolescente. Quizá se deba a sus referentes ya que mientras que los libros de Stephanie Meyer tienen como base los folletines o las telenovelas venezolanas, esta, sin ser tampoco una cosa que quite el hipo, no se me entienda mal, se fija en Shakespeare, siendo “R” Romeo y Julie, Julieta; los humanos y los zombis los Capuletto y los Montesco. La escena del balcón es también bastante elocuente. Pero tampoco hay que exagerar, la verdad. Es interesante y poco más.