Hace pocos días, dejaba por esta querida página mi comentario sobre la película AVP 2 y en ella explicaba que aún no había visto el film que, por ahora (ojalá sea para siempre) cerraba la saga del rastafari del espacio, pero que o mucho me equivocaba, o no podía ser peor que la dirigida por los hermanos Strausse. Por poco meto la pata.

Porque este Predator de Shane Black no es peor que la anteriormente citada, pero le falta poco. Madre mía, qué decepción me he llevado otra vez... y ya van demasiadas ocasiones. Y mira que empieza bien, la verdad. Por momentos, recuerda a la primera. Cuando escucho la música del original bien usada, me gusta, cuando veo al grupo de soldados que se va a enfrentar al Predator, me gusta más, cuando escucho sus diálogos, me río... hay un buen grupo de actores y la cosa tiene buena pinta... pero hacia la mitad del film comenzaban a ocurrir cosas inexplicables. A ver, empieza bien, el guion tiene momentos realmente divertidos pero debe ser que metieron la tijera en el montaje, que a los guionistas le entró una especie de amnesia selectiva o que a Shane Black le empezó a dar todo igual porque si no, no se explica. En definitiva, una pena.

Es una gran pena porque la película que nos debía devolver al Predator en todo su esplendor se pierde en multitud de memeces y de sinsentidos, en un sinfín de cosas que pasan porque tienen que pasar y que rompen con la mitología del personaje y con su esencia, con lo bien que empezó. Una desilusión de la que no sé si me podré recuperar, porque como ya he dicho en otros comentarios, estos mandamases de Hollywood se han empeñado en destrozarnos la adolescencia a los que ya estamos en la cuarentena y en descuartizarnos sin la menor piedad todas nuestras películas favoritas. Lo hicieron con Alien, con Indiana Jones y con Star Wars. Depredador no iba a ser menos. Que lo dejen descansar ya.

Un asco, vaya. Sigo en la zona spoiler porque no quiero destripar nada. Sólo diré que una película que empieza muy bien, con buenos momentos y un planteamiento más que aceptable, se convierte en una especie de parodia gore (con muy malos efectos) al estilo Sharknado, con muchos chistes y escenas cada vez más inconsistentes y atropelladas, más que inconcebibles. Ni rastro del peligro ni de la sensación de imbatibilidad del bicho. En las dos primeras, te preguntabas cómo se las apañarían para liquidar al Predator. En esta, sabes que es bicho muerto por muy grande que sea. No hay la más mínima emoción. Casi prefiero la de Robert Rodríguez, fíjate lo que te digo.