La gran voz femenina del cine japonés presentó en Cannes su nuevo filme lleno de gran sensibilidad y en el que nos habla de temas como la muerte o la adolescencia.

Kawase crea un filme lleno de ecos formales a Malick, lleno de espiritualidad y de fuerza dramática. Dos adolescentes protagonizan este filme que comienza con el encuentro de un cadáver en el mar (elemento natural que se convertirá en un personaje principal más) que no será relevante en el drama hasta su parte final, pareciendo durante la mayor parte de ésta un "mcguffin" metafórico.

La película se centrará en los padres de ambos personajes adolescentes, viendo las duras situaciones que han de vivir (la enfermedad de una de las madres, el matrimonio separado en el otro caso) y su carácter a la hora de enfrentarlas. Entre ellos hay una historia de amor que también encaran de diferente forma cogiendo mayor importancia la educación y situación familiar que cada uno ha tenido. Un tema, el de la familia, muy recurrente en el cine japonés pero que sin duda sigue siendo muy eficaz.

Una cinta llena de misticismo que explora bellamente la adolescencia y la muerte, dejándonos una despedida ritual verdaderamente emotiva, vitalista y que aporta el mayor momento de sensibilidad cinematográfica de todo el filme.