Testosterónica peli para lucimiento de la anarquía laboral personificada en un Sylvester Stallone que ha decidido aquí montárselo a su puñetera bola, pasándose las órdenes de sus superiores por el forro de los mismísimos y creando su propia ley para cepillarse a todos esos pirados y zumbados que los polis pescan y la justicia libera después. Se puede decir que Cobra es el típico tío quemado con la vida que a fuerza de convivir con la escoria y trabajar con ella, ha decidido optar la actitud del pasivo agresivo que te pega cuatro tiros en pos del trabajo bien hecho, con socarronería y humor pero con muy mala leche y peor café. Figura del macho cabrío de durísima musculatura y mollera para deleite de la pechugona hembra de turno, con los huevos tremendamente hinchados y convencido de la estupidez de sus jefes y del prójimo, devenido en héroe ochentero a la altura de John Rambo, aunque cinematográficamente quede muy por debajo de "Acorralado".

Esta es de esas películas en las que a pesar de saber que lo que estás viendo deja bastante que desear, ofrece cierto buen sabor de boca si te van las historias de tíos duros con aspecto de peligrosos y que hacen las cosas que los tíos cojonudos hacen en el cine. Porque "Cobra" va de eso, de tíos muy duros que usan botas negras y vaqueros ajustados negros para marcar paquete, tan excesivamente duros que por momentos rozan lo cómico aunque lo más gracioso que escuchemos en toda la historia sea que Marion Cobretti nunca compra en determinado súper o que unas patatas fritas se van a ahogar en un chorro de kétchup. Estúpido pero conmovedor. "Cobra" está pensada para dar rienda suelta al sinsentido y a la estupidez y nos da una oportunidad de desinhibirnos sin hacer caso a la estética ni sentirnos ridículos por disfrutar de tan gran despropósito cinematográfico. Es como bailar borracho con la corbata en la cabeza y con la camisa desabrochada durante una cena de empresa. Haces el payaso y el ridículo pero te da igual. Confieso que he visto este producto unas cuantas veces y todavía hoy me sigo partiendo la caja con Stallone mascando cerilla durante su problema de aparcamiento y me sigo viniendo arriba viéndole llegar en su Mercury Monterrey tuneado negro. Son esas pequeñas cosas que le dan sentido a la vida.

Paradójicamente esta peli funciona mejor cuando la pausa y el suspense toman el control. Es cuando disfrutamos y conectamos de verdad con el protagonista. Las secuencias rodadas en el hospital son de lo mejor de una cinta que sin embargo se diluye en la nada cuando la acción entra a todo trapo. Las persecuciones, los tiroteos masivos, las motos volando por los aires hacen que nuestra atención se pierda en algo que resulta difícil de contemplar por su mal montaje. Así que la película se hace fuerte cuando Cobretti chupa cámara y se saca una y otra vez la polla ante nosotros. Ahí es donde nos damos cuenta de verdad dónde acaba la Ley y empieza ÉL.

Lo dicho. Película para ser disfrutada sin objetivo de ver nada mínimamente con mensaje. Ideal para días en los que solo necesitas desconectar y sentirte sin ataduras y tragarte algo facilón y vulgar. Para todo eso, "Cobra" cumple bien con su papel y ofrece una indudable estética ochentera macarra y fanfarrona. Y no sé a ustedes, pero a mí me resulta imposible no admirar y respetar a un tío que suelta paridas del tipo:

- "No trato con psicópatas, ¡yo me los cargo!"
- "El crimen es una plaga y yo soy el remedio".
- "Tienes tan mal humor a causa de tanto azúcar. Come más nueces, ciruelas, comida natural..."
- "Es malo para tu salud". - "Ay ¿El qué?, pinche". -"¡¡YO!!"

¡¡Eso es tener carisma!!