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España España · Madrid
Voto de anton_vk:
6
Serie de TV. Drama Miniserie de TV (2019). 5 episodios. El 26 de abril de 1986, la Central Nuclear de Chernóbil, en Ucrania (por entonces perteneciente a la Unión Soviética), sufrió una explosión masiva que liberó material radioactivo en Ucrania, Bielorrusia, Rusia, así como en zonas de Escandinavia y Europa Central. La serie relata, desde múltiples puntos de vista, lo que aconteció en torno a una de las mayores tragedias en la historia reciente, así como ... [+]
23 de junio de 2019
166 de 264 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una producción estadounidense sobre la Unión Soviética... Los precedentes son catastróficos, así que empiezo a verla con miedo. Pero también recibe un reconocimiento casi unánime por lo que intento controlar los prejuicios.

El primer capítulo no me decepciona. El drama humano y ecológico parecen ocupar el primer plano. La fábrica de entretenimiento funciona como una buena cadena de montaje y se nota la inversión recibida. La fotografía es brutal, las actuaciones son muy buenas e incluso la recreación de la cotidianidad soviética de los años 80 se caracteriza por un notable esfuerzo por alcanzar la verosimilitud. Este esfuerzo parece tan sincero que hasta se le perdona alguna que otra ridiculez como el aplauso (¡tan yanqui!) que reciben los buzos al volver de su misión.

A partir de allí la serie no desperdicia un episodio para empeorar. El realismo deja lugar a simplezas cuando se empiezan a representar los aparatos del Estado y el Partido. Estas simplezas se deslizan cada vez más hacia lo chabacano y los clichés consagrados de la Guerra Fría. Se multiplican las falsedades fácticas. La mayoría son discretas y solo las descubres tras un poquito de investigación en ruso. Pero sirven calladamente a sus objetivos propagandísticos. Por poner un ejemplo el chulito y emperifollado niñato que en la serie hace de ministro de minería tenía en realidad 59 años en 1986 y desde los 15 había trabajado en la mina. Las dos falsedades más importantes, sin embargo, son tan inocultables que los creadores no pueden sino hacerlas pasar por "licencias artísticas": la primera es que nunca existió la heroica Uliana Homiuk y la segunda es que nunca intervinieron en el apoteósico juicio Legásov ni Scherbina. Tanta creatividad extraña ciertamente en una serie que con tanto patetismo ensalza la verdad en el último capítulo.

El uso de la música, dicho sea de paso, es magistral. Pero refuerza la sensación de estar viendo una gran producción de ciencia ficción, no un relato histórico.

El alegato ecologista, por su lado, muere sin haber nacido. Enseguida (y de forma muy explícita a partir del cuarto capítulo) el argumentario se centra en lo político. Cero denuncia de los peligros intrínsecos de la energía nuclear, cero reflexión sobre el exceso de confianza que el ser humano tiene en su capacidad de control... La culpa es solo de una especie de régimen de supervillanos. De lo cual se deduce, a sensu contrario, que en otras circunstancias no habría pasado.

No obstante, pasó. Y allí es donde reside el mayor elemento propagandístico de la serie.

Realmente no importa tanto que se presente como verdadera solo una de las versiones del accidente cuando ninguna está científicamente confirmada. Es hasta cierto punto normal: cada uno cuenta la historia como le parece (por eso desconfío por sistema del cine histórico). Tampoco está mal que se denuncien de falta de transparencia y reflejos que caracterizaron la actuación de las autoridades, todo ello bien documentado y reiteradamente denunciado en la propia Rusia.

El aspecto más propagandístico queda fuera de cámara. Es el hecho de que en estos días el mundo entero está hablando de Chernóbyl y se escandaliza por el supuesto horror inhumano en el que habitábamos los soviéticos pero muy pocos recuerdan lo que pasó en Japón en 2011. Y menos todavía quienes son conscientes de que la catástrofe nuclear de Fukushima fue del mismo nivel que Chernóbyl. Del mismo nivel que Chernóbyl.

El éxito en la ocultación de Fukushima está siendo de tal magnitud que deja como verdaderos diletantes a los pérfidos agentes de la KGB. Sabemos que han contribuido a este éxito tanto autoridades como corporaciones mediáticas. Pero me temo que nunca sabremos exactamente cómo se operó políticamente esta ocultación porque, al parecer, HBO no está preparando una serie sobre el incidente japonés.

Resumiendo, Chernóbyl es buen entretenimiento y propaganda de calidad. Pero no tanto por las inexactitudes y algunas recreaciones demasiado libres que se permite. Su gran mentira yace en su sentido profundo, en la conclusión a la que conduce de la manita al espectador: esto solo pudo pasar en aquel imperio de la mentira que supuestamente era la URSS. Un espectador al que, visto lo visto, ya no le importa mucho dónde le conducen mientras el entretenimiento sea bueno.

PD: Me han sorprendido mucho las equilibradas reacciones, sin caer en la provocación, que la miniserie ha despertado en Rusia. Uno de los comentarios más secundados, con una nota de arrepentimiento, ha sido: "Es una serie que teníamos que haber hecho nosotros." Y probablemente sea verdad. Aunque yo, de todas formas, intuyo que, si se hubiera hecho en Rusia, nunca habría llegado a nuestras pantallas.
anton_vk
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