Estupendo entretenimiento. Te ríes a carcajadas (y no fui el único en el cine, desde luego) con las patéticas situaciones que se crean con los intentos del protagonista por dejar de ser lo que en esencia representa (y muchos hemos sido alguna vez): un pagafantas. Rodada con gran dinamismo, dotada de recursos ingeniosos (como las imágenes de documental o Bunbury), una buena dosis de mala baba e interpretada magníficamente por Gorka Otxoa (acompañado de unos secundarios estupendos), se agradece y mucho el gran rato que he echado. O mejor dicho, ratos. Porque la he visto varias veces y me sigo partiendo el cu*o cada vez que la veo.