A la luna le ha dado un parraque y va a estrellarse contra la tierra... ¡joróbate, Adam McKay! Si buscas una premisa apocalíptica para desconectar no aceptes imitaciones, y sobre todo no te creas los innecesarios estímulos de representar escenarios catastrofistas escudándose en cameladores -otroras artesanos de comedias de medio pelo- a quienes eso de la sátira sociopolítica les viene grande. Después de un cuarto de siglo de invasiones alienígenas -por partida doble-, de glaciaciones o de desastres climáticos, con un viejo zorro del destrozo globalizado como Roland Emmerich ('El día de mañana', '2012', 'Independence Day') no hay engaño posible ni más vuelta de hoja que mandarlo todo a freir espárragos con un variopinto grupo de nerds aguerridos y conspiranoicos -los ex astronautas Halle Berry y Patrick Wilson junto a John Bradley de doppleganger de Ibai Llanos- colándose en las tripas del satélite con más poros de nuestro sistema solar para descubr.. bueno, dejémoslo en que no conviene desestimar la influencia que tanto la primera como la última película (hasta el momento) de Star Trek hubiesen podido ejercer sobre el cineasta teutón en su mejor película desde 'Stargate: Puerta a las estrellas'.
No esperes más diálogos que los chascarrillos fatalistas marca de la casa ni más estudio antropológico del comportamiento de la raza humana en situaciones extremas que el de regodearte viendo a figurantes -reales o tan digitales como la destrucción- huyendo apelotonados de la traca.
Haz como Donald Sutherland -que se pasa treinta segundos a saludar- y siéntate para presenciar otro nuevo periodo de extinción. El cine catastrofista, a la vista está, no piensa desaparecer.