Ya no recuerdo cuándo, ni cómo, ni con cuál de los productos surgidos de la asociación entre Jesse V. Johnson y Scott Adkins decidí que quería ver más cosas perpetradas por estos dos. Pero lo que sí tengo claro es que aún no me siento saciado de lo que hacen. Esto sí es cine de acción auténtico, puro y genuino. Y no voy a decir lo de 'un cine de acción que ya no se hace', porque en tal caso estaría faltando a la verdad. Pero actualmente, a falta de los casi extintos videoclubs -¿os acordáis de aquellos lugares?-, hay que rastrear este tipo de películas en el catálogo de las plataformas digitales -en Filmin, para más señas-.
Además de Scott Adkins -un actor con creces, muy lejos ya de aquel especialista que se hacía pasar por Ryan Reynolds al final de 'Lobezno' (2009, Gavin Hood)-, Jesse V. Johnson cuenta nuevamente con el cacho de carne con músculos de Michael Jai White, recluta al comentarista y ex-luchador de artes marciales mixtas Michael Bisping, y mezcla a los tres -ejerciendo de villanos- con un surtido de la ultimísima hornada de talentos del cine de acción en China, Oceanía y el Sureste Asiático: Iko Uwais ('Wu Assassins'), Tony Jaa ('Ong Bak'), Tiger Chen ('El poder del Tai Chi'), Yanin Vismitananda ('Rompiendo las reglas 3'), Monica Mok ('El último gangster'), Selina Lo ('The White Monkey Warrior'), Michael Wong ('Beast Cops') y Celina Jade ('Arrow') -a la que, inexplicablemente, aquí se relega a no hacer absolutamente nada-.
Johnson demuestra por qué a día de hoy es uno de los mejores directores occidentales filmando artes marciales, diseñando una réplica de (bastante) bajo coste de la franquicia 'Los mercenarios', con aroma a cine bélico de serie B, acción hongkonesa y reyertas clandestinas que habrían encajado a la perfección en los argumentos de 'Kickboxer' (1989, Mark DiSalle & David Worth) o 'Contacto Sangriento' (1988, Newt Arnold). E insisto, lo de ningunear así a Celina Jade no tiene perdón de Buda.