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Voto de vazquezvarela:
9
Ciencia ficción. Acción. Comedia. Aventuras Cuenta la historia de un policía renegado (llamado Kung Fury) que persigue a su archienemigo (Hitler) a través del tiempo. Comedia de acción que rinde homenaje al cine ochentero. Incluye dinosaurios, nazis, vikingos y robots. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2015
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Cuando ves una película 3 veces en medio año y te sigue divirtiendo y sorprendiendo, es que algo tiene. Y es que si en media hora de metraje juntas nazis, vikingos, dinosaurios que echan laser por los ojos , artes marciales y música de David Hasselhoff nada puede salir mal.

Este es el caso de Kung Fury (2015), un mediometraje sueco de acción desenfrenada y humor surrealista que homenajea de forma flagrante y épica a la década de los 80. Para no destriparla mucho, ya que solo dura 30 minutos, decir a modo resumen que trata de un policía con superpoderes que se ve en la necesidad de viajar al pasado para resolver un problema que azota el presente. Una premisa peculiar, un desarrollo espectacular.

En mi humilde opinión, es una de las obras más originales que he visto nunca, que sin duda no dejará indiferente a nadie. Mi caso fue un flechazo, un amor a primera vista, ya que una de las cosas que más valoro en una película es que me sorprenda. En una época en la que se nos bombardea con cine comercial, que normalmente no brilla por su originalidad, es meritorio tener el valor de sacar al mercado algo como Kung Fury.

Y es que eso último que acabo de nombrar es para mí su punto fuerte: el valor, la valentía. Decía Tarantino que si realmente quieres hacer una película, hazla. Que no esperes por donativos ni circunstancias optimas. Sal y hazla. Y eso hizo el director, guionista y actor principal David Sandberg. Dejó su trabajo en post-producción en publicidad para invertir todo lo que tenía (dinero, tiempo y talento) en este alocado proyecto. Y en su resultado se aprecia ese duro trabajo y ese amor por lo que se está haciendo.

La mayor virtud de este filme sueco es su frescura y originalidad. Derrocha personalidad en cada segundo, consecuencia de la libertad que tuvo el realizador a la hora de trabajar. Y esto es debido a la ausencia de una gran productora detrás del proyecto. Es decir, que Sandberg y compañía hicieron lo que quisieron y como quisieron, sin ningún tipo de filtro o impedimento. El único (y más importante) obstáculo que tuvieron fue el dinero. La producción requería un presupuesto bastante elevado, algo de lo que no disponían.

Quiso el destino (y gracias al tráiler que subieron a Youtube después de meses de trabajo) que su propuesta tuviera éxito entre la multitud, y mediante un crowdfunding consiguieron la descabellada cantidad de 630 000 dólares. En ocasiones, la mejor productora que existe es la gente, tus clientes al fin y al cabo. Gracias a ellos, la película pudo salir adelante.

Esta joya pseudo-retro, filmada en su mayoría entre paredes de color verde, supone una arriesgada y atractiva propuesta para quien quiera ver algo divertido y diferente. Todo en ella es una referencia a los años 80, una oda al VHS. Esa admiración es palpable en cada elemento: estética, música (con banda sonora propia), ambientación, objetos... Si hasta aparece David Hasselhoff, qué más se puede pedir.

Sería un error que su estética deliberadamente cutre, su humor absurdo y actuaciones caricaturescas nos llevaran a considerarla algo así como una payasada. Es una parodia, y eso conlleva saber reírse de uno mismo. Siendo honesto, me parecería muy injusto que Kung Fury no se convirtiese en una obra de culto. Si no existiese, habría que crearla.

Para ir terminando, creo que la enseñanza de todo esto es que quien no arriesga no gana, y que cuando las cosas se hacen con verdadera pasión y trabajo, el resultado no pasa desapercibido para nadie. Creo que esta película consigue dos de las cosas más difícil de alcanzar en el cine: tener personalidad y hacer reír. Es por eso que Kung Fury es una obra maestra, un true survivor entre tanto gris y tanta mediocridad.
vazquezvarela
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