Tras la correcta -y me parece poco para lo que se espera de ella- Un Viaje Inesperado, llegaba La Desolación de Smaug con una estructura similar a la que veíamos en el paso de La Comunidad del Anillo hacia Las Dos Torres. Peter Jackson repite fórmula, pero la oscurece un poco más para darnos en bandeja de plata -o de oro- a un increíble Smaug que pasa a convertirse directamente en lo mejor de toda la trilogía. Sus diversas apariciones merecen casi el precio de las tres entradas que Peter Jackson se encargó de hacernos pagar para completar la historia del Hobbit, y a la misma vez deja en ropa interior a todo lo demás que rodea a la trilogía debido a su grandeza.

Pero para llegar a ese Smaug a media película hay que atravesar primero la que probablemente es la peor primera hora de toda la saga del Hobbit. En esa primera hora se instaura ese sentimiento de alargamiento injustificado de la película que sólo se notaba en algunas pequeñas partes de la primera entrega. Es como si Peter Jackson ya se hubiera asegurado con aquella primera parte la entrada al cine del espectador -por partida triple- y, una vez solventada esa primera tara, no le importara estirar el chicle en la segunda y tercera parte. Al fin y al cabo nadie quiere dejar la historia a medio y el 90 % de los que compraron la primera entrada comprarían las siguientes.

Es en esta entrega cuando la animación empieza a cobrar especial importancia. Los efectos especiales son magníficos... siempre y cuando no se centren en reproducir a los actores. Ya vemos alguna vez a ese lamentable Légolas computerizado y diversas "coreografías" de muchos personajes que han sido pasadas a computación digital en vez de actuación, quedando bastante irreal en muchas partes. No seré yo quien diga que los efectos son malos, pero hay cosas que se ven casi inexplicables.

La Desolación de Smaug es mi favorita de las tres entregas del Hobbit, pero lo es por esa bestia del entretenimiento que es Smaug. También ayuda un buen clímax final que prácticamente te vende la tercera entrada por sí sola. Aunque irregular, La Desolación de Smaug es la única de las tres que me hizo sentir cosas parecidas en momentos puntuales a la trilogía del Señor de Los Anillos, y eso ya es bastante decir.