Como amante del género de terror, Ouija: El Origen del Mal es lo suficientemente buena como para ser una de las mejores en su liga, pero no lo suficiente como para alcanzar a películas como The Conjuring y su secuela. Mike Flanagan no es James Wan, pero da un golpe considerable sobre la mesa con esta precuela de una película que era terriblemente mala. De aquella producción casi telefílmica de Stiles White pasamos a una película que sabe cómo asustar con trucos muy básicos, pero que inexplicablemente funcionan.

Y es que esta entrega de Ouija es la combinación de lo mejor y a la vez lo peor del cine de terror moderno. Flanagan puede abusar de ciertos recursos pero deja imágenes para el recuerdo. Puede que simplemente el género esté tan débil que cuando aparece una producción como ésta con ciertas ambiciones los amantes del terror nos emocionemos, no lo niego, pero mientras tanto tendremos que conformarnos con esto.

Una gran sorpresa, sobre todo por la baja calidad de su predecesora. No esperes un gran cine, pero si amas el terror como yo añádele un par de puntos.