Referente en su género y aún a día de hoy una demostración de cómo hacer terror con algo cotidiano (dentro de lo cotidiano que puede llegar a ser encontrarte un tiburón en la playa), de este planeta y, por si fuera poco, a plena luz de un díabien soleado.

La película se divide en dos grandes partes, una primera más generalista centrada en el pueblo isleño que se ve turbado por la presencia del gran escualo y una segunda totalmente dedicada a los tres protagonistas principales en su decisión de dar caza al acuático animal. La primera parte es más entretenida, mucho más visual y superficial pero a la vez menos profunda que la segunda, donde se acaba por diseñar por completo a los protagonistas con algún que otro estereotipo. La segunda parte a veces se hace algo pesada, alcanzando un buen clímax final que le hace ganar puntos.

El tiburón está muy bien hecho salvo alguna que otra escena un tanto ortopédica de movimiento (como cuando el oceanógrafo está dentro de la jaula, donde nos parece inexplicable como no pudo ser devorado). La película juega con el terror y el suspense a partes iguales, mostrándonos al tiburón a más de la mitad de la película a pesar de que el espectador ya sabe de antemano qué ataca a las presas. La música ya mítica, ayuda a ese suspense con esa sociedad Spielberg-Williams que tanto bien ha hecho en pantalla.

Buena película que aumentaría los casos de hidrofóbia en un 300% en una demostración de terror realista como pocas se habian visto hasta la fecha.