Segunda parte de las aventuras de Jason Bourne, el ¿espía? o agente de no se sabe bien qué Organización, aquejado de amnesia, se supone que temporal.
Aquí, nuestro "héroe" recorre diversos lugares del mundo, yendo y viniendo de continente a continente, no suponiendo para él ningún problema el idioma que allí se hable.
Hay bastante acción, y sobre todo mucha carrera, que es la característica principal que define a Bourne, su velocidad y rapidez de reflejos para escapar una y otra vez de sus numerosos enemigos.
Y esto es a la vez lo mejor y lo peor del film, lo mejor que todo tiene mucha agilidad y dinamismo, estando muy bien las peleas corporales, cuerpo a cuerpo, entre Bourne y quien se le oponga. En este sentido, es muy buen ejemplo el excelente combate con un agente enemigo a quien previamente le ha esposado. A pesar de pelear el enemigo con las dos manos juntas, pega una leches de padre y muy Sr. mío, poniéndole las cosas "al chico" francamente difíciles (de hecho, le pone la cara como un ecce homo).
Y también es lo peor, decía, porque casi todo se basa en ello, en las carreras, bien a pie, bien en coche (soberbia la persecución de Karl Urban a Damon). Y es que apenas hay momentos de reflexión y quietud dramática que aposente en el cerebro del espectador cuanto está sucediendo.
Menos mal que, en contra de toda acción desenfrenada, tenemos la escena final, el diálogo, más bien la confesión de Bourne a la hija del matrimonio a quien tiempo atrás asesinó. Un momento íntimo de gran credibilidd, que denota mucha sensibilidad.
Si toda la película hubiera ido por esos caminos, habría estado mejor, pero como film eminentemente de acción (que es lo que verdaderamente es) pues no está nada mal.
Esperaremos la tercera y parece ser que última entrega para ver en qué acaba todo.