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Voto de Cinemagavia:
8
Drama En 1969, Pierre Goldman, un intelectual de izquierdas francés, es detenido por tres atracos cometidos en París. De rebote, se le acusa de otro robo, a una farmacia, que acabó con la vida de dos mujeres. Goldman reconoce los tres primeros golpes, pero no su participación en el sangriento atraco de la farmacia. Apoyado por amplios sectores de la izquierda francesa, el juicio de Pierre Goldman desata amplias pasiones y un enorme interés mediático. [+]
15 de marzo de 2024
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Soy inocente porque soy inocente

Pierre Goldman reconoció todos sus delitos referentes a atracos, pero jamás afirmó haber asesinado a nadie. Del mismo modo que ocurrió con el caso O.J. Simpson, que fue igualmente mediático y desató amplias pasiones, el juicio al activista francés se vio claramente politizado. En este sentido, Cédric Kahn obvia el alcance del acontecimiento y aboga por una historia más humana, dispuesta principalmente ante un jurado y donde las sesiones se exponen casi a tiempo real. Sin filtros y en busca de la verdad.

Empeñado en desnudar al desafiante protagonista, recorreremos mediante diálogos sus vivencias durante la juventud y la realidad que le rodea en su vida adulta, marcada por robos, episodios depresivos y terapias de electrochoque. Todo ello sin dejar de lado el cisma ideológico y sociológico del suceso que le lleva incluso a vivir una confrontación casi antagónica con su abogado (Arthur Harari).

*El caso Goldman y las expectativas ante un film distinto

¡Cuántas alegrías nos ha dado el drama judicial! Un subgénero cinematográfico repleto de joyas que vivió especialmente su época de esplendor en la década de los 90. Y claro, como todos sabemos, las tendencias siempre vuelven y pisan aún más fuerte (aunque nadie lo haya pedido). Este año, por ejemplo, es imposible dejar a un lado la aclamada Anatomía de una caída, que comparte país de origen y ciertas características con la cinta que nos ocupa. Por ello, ante la nueva proliferación de títulos, es lógico que, a la hora de sentarse en la butaca, el espectador reclame algo más allá de su naturaleza procesal. ¿Encontramos entonces algún tipo de riesgo en El caso Goldman que la diferencie?

Planteada de manera muy teatral y rodada en un asfixiante 4:3, el director quiere en todo momento que formemos parte del proceso, consiguiendo trasladarnos durante casi dos horas frente al tribunal. Y esto no lo consigue únicamente mediante la excelente fotografía de Patrick Ghiringhelli, donde la cámara se cuela entre los presentes y continuamente se muestra cercana y a su altura, también se debe a la acertada puesta de escena en la que sólo advertimos interiores. Celdas metafóricas que sirven como herramienta narrativa para empatizar con el protagonista y su opresión.

*Un drama judicial puro perfectamente estructurado

A estas acertadas decisiones conviene añadir la gran capacidad de la cinta para contextualizar los hechos. Un mérito que, sin duda, pertenece a un texto de lo más medido y, en ocasiones, hasta extremo. Desde la presentación de Pierre Goldman, magníficamente interpretado por el galardonado con el premio César, Arieh Worthalter, cualquier persona ajena a los eventos acontecidos logra comprender todo su espectro y las denuncias subrayadas a pesar de la cascada de información que acompaña cada escena.

Si bien es cierto que por El caso Goldman transitan diversos personajes y topics que abarcan desde la discriminación en Francia o la violencia policial hasta las convicciones morales del acusado, el magnífico esqueleto del guión, que separa el visionado en bloques notoriamente diferenciados, permite que exista una coherencia a lo largo del discurso. Mientras que la primera parte ahonda especialmente en el background del procesado; la segunda, un poco menos estimulante, reúne numerosas acusaciones cruzadas que, no obstante, no enturbian el interés logrado.

*Conclusión

A sabiendas de que El caso Goldman puede contar con momentos de flaqueza y no aporta nada nuevo al género, el veredicto final de quien suscribe estas líneas es que estamos ante una gran obra. La provocadora mirada de Worthalter cuando acaricia el objetivo en los momentos de mayor tensión y apela directamente a nosotros, su exquisita fotografía, su amplitud temática, cada preciso diálogo orquestado bajo un ritmo envidiable y un montaje calculado al milímetro… Incluso una inexistente banda sonora brilla en este film soberbiamente ejecutado. ¡Y es inapelable!

Escrito por Antonio Fuentes Belando
Cinemagavia
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