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Voto de Cinemagavia:
8
Drama Leningrado, 1945. La Segunda Guerra Mundial ha devastado la ciudad y derruido sus edificios, dejando a sus ciudadanos en la miseria tanto a nivel físico como psíquico. El asedio, uno de los peores de la Historia, ha terminado, pero la vida y la muerte continúan combatiendo en el desastre que la guerra deja tras de sí. Dos mujeres jóvenes, Iya y Masha, tratan de encontrar un sentido a sus vidas para reunir fuerzas de cara a reconstruir la ciudad. (FILMAFFINITY) [+]
15 de diciembre de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*¿La guerra ha terminado?

Una gran mujer (Beanpole) se sitúa en un contexto de postguerra, una ciudad de Leningrado que vive el primer otoño libre de la Segunda Guerra Mundial. En este planteamiento, es evidente que la cinta muestra un panorama con heridas abiertas, físicas y psicológicas, pero especialmente sociales, ya que Kantemir Balagov estudia esa hostilidad y atropello con el prójimo en las interacciones que mantienen estos fantasmas del conflicto.

A nuestras protagonistas las conocemos en un hospital destinado al tratamiento de veteranos mutilados, locación que lejos de ser azarosa, contribuye para intensificar la idea de que ha llegado la conclusión de las acciones heroicas en tiempos de guerra, convertidas ahora en miseria y decadencia. La película es un retrato cruel del nuevo tiempo donde la guerra está ausente, pero su reminiscencia se mantiene, unos vestigios capaces de sofocar el presente de aquellos que participaron del conflicto.

Kantemir Balagov crea una obra cinematográfica esculpida sobre los miedos e incertidumbres de la sociedad. Desde la primera secuencia, a través de Iya y su simbólica parálisis, Una gran mujer (Beanpole) se encarga de mostrarle a la audiencia el tiempo y las circunstancias que sumen a Leningrado en un titubeante renacer.

*Ansiosos por renacer

Una gran mujer (Beanpole) esboza el concepto de maternidad, pero no sólo desde la mujer posterior al conflicto bélico, sino que desde la veteranía femenina como punto de partida para adoptar la figura de madre. En otras palabras, la cinta se interesa por la figura de la combatiente ahora convertida a progenitora y la convergencia de estas dos facetas en un término de realidad abstracta.

En el desarrollo del metraje, es interesante cómo el deseo de concebir y cuidar una nueva vida se convierte en una persecución egoísta, un fin a conseguir sin importar los medios que lleven a él. Y este puede ser el punto principal en Una gran mujer (Beanpole), la desesperación de un nuevo amanecer para una sociedad sumida en la sombra roja del dolor y la muerte, pero que logra atisbar algo de vitalidad, un verde que logra existir y hacerse notar, pero no se adueña del panorama.

*De la Artillería a la Infancia

La relación de las dos mujeres es definida, por una de ellas, como “Amigas de artillería anti-aérea”, y aquí hay una ambigüedad muy interesante porque se une un término propio de lo humano como lo es la amistad, pero se le ubica en un contexto de hostilidad y muerte.

Una gran mujer (Beanpole) es una película temeraria en muchos aspectos e indagadora en otros, por ejemplo, cuando se habla del frente de guerra, no se limita a mencionar el término, sino que le otorga un aspecto coercitivo y restrictivo con respecto al desarrollo de las personas que combaten en este espacio. La supervivencia, las armas y las muertes reprimen el progreso y la exposición de la personalidad.

Mientras que Iya está paralizada en el tiempo de la guerra, Masha aprovecha la nueva incertidumbre de la transición para repasar las páginas de una infancia no vivida. La joven empieza a experimentar de una forma extraña actividades como corretear, pintar paredes y coquetear, pero el principal resonante de esta infancia tardía viene a Masha en forma de indumentaria, más específicamente: un vestido verde.

*Una compleja mirada a las emociones

Una gran mujer (Beanpole) es una enrevesada mirada a las emociones y al trauma, el largometraje no busca simplificar cuestiones puntuales o caer en lugares comunes para brindar una experiencia sencilla al espectador, Kantemir Balagov apunta a todo lo contrario, complejizar el asunto y brindar un visionado cargado de perturbadoras imágenes y comportamientos.

Es una mirada brutal a unas relaciones de poder y manipulación en la inestabilidad económica de la postguerra, pero también se pone el enfoque en aspectos más positivos dentro de las interacciones humanas, evidencia de comprensión, empatía y apoyo. Una película fascinante a nivel emocional, porque acaricia y castiga al ser humano sin esbozar juicios, simplemente exhibiéndole ante el espectador en toda su naturaleza.

*Conclusión

Una gran mujer (Beanpole) es una película atrevida y retadora, cuyo eje son las emociones de dos mujeres afectadas por la guerra mientras el fantasma del conflicto sigue cohibiendo una sociedad que no sabe cuál es el rumbo a seguir. Balagov crea una experiencia cinematográfica única y de carácter indagatorio, ya que siempre busca seguir desdibujando lo que se presume como irrefutable de las emociones humanas, las hace laberintos indescifrables a través de una cruda poesía que alimenta un sentimiento irremediable de dolor en el espectador.

Escrito por Andrés Tejada
Cinemagavia
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