La culpabilidad de los extraños actos acaecidos en la aldea acaba recayendo en los niños, algo que percibirá el profesor quizás dada su mayor sensibilidad y, en apariencia, mayor alejamiento respecto a la opresión en que se desarrolla la vida en la aldea (si bien él mismo tiene que enfrentarse a esta realidad todos los días: es reveladora la imagen en que su futura esposa se niega a ir con él a un lago alejado del camino para tomar un picnic por el miedo de la joven a ser deshonrada). Obviamente, a pesar de que la cuestión parece quedar abierta al final de la película éste ha sido el desenlace real o el que Haneke quiere inducirnos a creer porque es en los niños donde se está incubando el germen del nacionalsocialismo, un germen que, no obstante, era consustancial a la cultura religiosa y educativa en Alemania (teoría sostenida por Haffner). A los niños se les impone de este modo una extrema rigidez rayana en lo militar en todo lo referido a las formas, una disciplina no menos férrea, unos métodos de castigo brutales donde la violencia está a flor de piel, etcétera. Todo esto crea un grupo de jóvenes homogéneos que responden de igual modo ante estímulos similares cuando se hallan en grupo y, por supuesto, sus marcos de referencia responden ante la existencia de lo que su educación y cultura considera diferentes: el hijo del barón (el joven marchaba a Italia con su madre, libre de la rigidez de una autoridad paterna y, por lo general, sus recursos económicos, le permitían llevar una vida desahogada) y el niño con Síndrome de Down (su propia condición de nacimiento y la inexistencia de una figura paterna lo diferenciaban de los demás). En definitiva, ellos no pueden tolerar la existencia de estos elementos diferenciados, pero no por una motivación ideológica, lo cual sería estúpido en jóvenes niños, sino por envidias, celos, falta de empatía, etcétera. Es decir, estímulos ante los que responden todos los humanos, defectos humanos. Esta es la base cultural en la que toma arraigo el nacionalsocialismo que se aprovecha de unas condiciones preexistententes en el mismo tuétano del alemán de clase media.

Es una teoría que ha tenido mucho arraigo en los últimos años, pero no es más que una más entre las muchas. Sin embargo hay que confesar que el trabajo de Haneke ha sido excepcional a la hora de transmitirlo a través de la gran pantalla.