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Voto de davilochi:
7
6,7
10.153
Drama
Bilbao, años 80. Un Comandante de la Guardia Civil descubre que su hijo Paco de 17 años, que espera que ingrese en la Academia Militar, es heroinómano. Urko, el mejor amigo de Paco e hijo de un dirigente abertzale, también es heroinómano. En un momento dado, Paco huye de casa llevándose una pistola de su padre. Mientras el Comandante inicia la búsqueda de su hijo acompañado del padre de Urko, empieza a descubrir un mundo desconocido y ... [+]
5 de enero de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya no se hace cine como éste hace bastante tiempo, por más que muchos hayan querido imitar este inigualable estilo crudo, directo y natural. Nadie ha podido igualar a Eloy de la Iglesia con estas dos películas que componen la saga "El pico" o a Saura con su mítica "Deprisa, deprisa". El clima fue propicio, con directores muy relacionados o metidos en esos mundos marginales que tratan de reflejar en sus películas. Por supuesto contaron con unas atmósferas y unos personajes irrecuperables por el simple hecho de pertenecer a esos 80 que ya pertenecen a la Historia propiamente dicha, por eso este cine es una fuente inigualable para conocer un lado oscuro de nuestro pasado más reciente; y es que la heroína llegó a alcanzar cotas epidémicas en España durante aquella década de vertiginoso cambio socio-económico y político. En mi opinión quedan para la historia esos grandes planos del viejo Bilbao y su ría industrial, todo ello dominado por los altos hornos que dejaban su mancha visible de contaminación en las fachadas; símbolos de un mundo condenado a desaparecer que en su camino se llevaría tantos centenares de vidas. Porque la historia nos enseña la magnificencia de los grandes cambios, pero siempre olvida la devastación que esas transformaciones radicales deja a su paso y si ésta es tenida en cuenta será tenida por efecto colateral o correlato inevitable por las mentes inevitables. Estas películas son un grito contra esa clase de conformismo y tratan de mostrarnos la cruz de la moneda dejando a un lado los triunfalismos, como esa portada del Time en que Suárez aparecía sonriente sobre el lema "Spain: Democracy Wins". Eloy de la Iglesia siempre mantuvo su compromiso con el cine social y político porque el sabía que la verdadera historia de los seres humanos no se escribía con grandes sonrisas y lemas grandilocuentes.
Los temas que Eloy de la Iglesia va a tratar en "El pico" y "El pico II" van a ser variados, sin que por ello llegue a cojear realmente en ninguno, porque aunque a veces tocados de pasada su cine tiene un potencial humano suficiente como para transmitir profundidad a lo que está contando y que de este modo cobre sentido: terrorismo (con atentado frustrado incluído), liberación sexual, homosexualidad, droga, política al más alto nivel, familia, amistad, etc. Todo esto hace el mérito de ambos films mucho mayor. Sorprendentemente las puntuaciones de ambas películas son relativamente bajas, quizás porque su crudo realismo hiere la sensibilidad de muchos espectadores y ello impide apreciar sus indudables virtudes y su elevado compromiso.
Urko, hijo de un diputado abertzlae y Paco, hijo de un guardia civil "incorruptible" plenamente comprometido con lo que representaba por entonces el uniforme verde oliva van a desarrollar una amistad más allá de las evidentes diferencias políticas que separan a sus padres y que pesan sobre ellos en sus vidas diarias.
Los temas que Eloy de la Iglesia va a tratar en "El pico" y "El pico II" van a ser variados, sin que por ello llegue a cojear realmente en ninguno, porque aunque a veces tocados de pasada su cine tiene un potencial humano suficiente como para transmitir profundidad a lo que está contando y que de este modo cobre sentido: terrorismo (con atentado frustrado incluído), liberación sexual, homosexualidad, droga, política al más alto nivel, familia, amistad, etc. Todo esto hace el mérito de ambos films mucho mayor. Sorprendentemente las puntuaciones de ambas películas son relativamente bajas, quizás porque su crudo realismo hiere la sensibilidad de muchos espectadores y ello impide apreciar sus indudables virtudes y su elevado compromiso.
Urko, hijo de un diputado abertzlae y Paco, hijo de un guardia civil "incorruptible" plenamente comprometido con lo que representaba por entonces el uniforme verde oliva van a desarrollar una amistad más allá de las evidentes diferencias políticas que separan a sus padres y que pesan sobre ellos en sus vidas diarias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Sobre Paco pesa mucho el hecho de ser hijo de un comandante de la guardia civil en un entorno como el Bilbao de primeros de los 80, como él mismo reconocerá al principio de "El pico II" la llegada a la capital vizcaína fue difícil y es posible que sus problemas de integración en una sociedad altamente segregacionista por aquel entonces fueran determinantes para acabar metido en la droga. De hecho así se conocerían Urko y Paco y así desarrollarían su amistad dos jóvenes de orígenes tan diferentes: en torno a la heroína.
Los acontecimientos se irán precipitando conforme se desarrolle su adicción a la droga. Un momento cinematográfico verdaderamente impresionante es el que rodea el momento en que el padre de Paco descubre que su hijo es heroinómano. Momentos antes, poseído por el mono y con su madre terminal padeciendo los terribles efectos de una metástasis (aquí Eloy de la Iglesia está estableciendo un efectista paralelismo entre los dolores producidos por la dependencia a la heroína y aquellos producidos por un cáncer) se verá obligado a suministrarle la dosis de morfina a ésta ante la ausencia de su padre. En su intento por sobreponerse al mono se inyectará la medicación de su madre, pues "a falta de pan buenas son tortas". A partir de este instante el comandante Torrecuadrada, en una prueba constante de amor por su hijo, se verá obligado a introducirse en los hostiles ambientes de Bilbao (sin olvidar en ningún momento que es un guardia civil) y en el lado más oscuro del cuerpo y sus métodos de lucha antiterrorista para sacar a Paco de la droga. Si algo refleja a la perfección Eloy de la Iglesia es el grado de compartimentación que llegó a caracterizar a la sociedad vasca en los años 80, especialmente en lo referente a las fuerzas de seguridad que vivían completamente aisladas del mundo que las rodeaba, fundamentalmente por miedo. Sin embargo Eloy de la Iglesia nos mostrará que las diferencias entre los hombres no son de esencia, sino de forma, así viviremos momentos verdaderamente crudos y entrañables entre Martín Aramendia, padre de Urko y el comandante Torrecuadrada, enemigos en la vida pública pero víctimas de una misma desgracia en el ámbito familiar. De hecho, el comandante Torrecuadrada, quien tenía una visión de los vascos completamente tópica, acabará valorando a Martín Aramendia como lo que es, un ser humano igual que él, de hecho el mismo reconocerá que los últimos acontecimientos le habían llevado a cuestionarse toda su cosmovisión vital. Especialmente emotivo es el momento en que ambos padres se encuentran en el tanatorio en torno al cuerpo sin vida de Urko y ambos se fuerzan a reprimir sentimientos que sobrepasan todas sus fuerzas.
Porque al fin y al cabo los hombres no son más que eso, hombres; tanto para lo bueno como para lo malo.
Los acontecimientos se irán precipitando conforme se desarrolle su adicción a la droga. Un momento cinematográfico verdaderamente impresionante es el que rodea el momento en que el padre de Paco descubre que su hijo es heroinómano. Momentos antes, poseído por el mono y con su madre terminal padeciendo los terribles efectos de una metástasis (aquí Eloy de la Iglesia está estableciendo un efectista paralelismo entre los dolores producidos por la dependencia a la heroína y aquellos producidos por un cáncer) se verá obligado a suministrarle la dosis de morfina a ésta ante la ausencia de su padre. En su intento por sobreponerse al mono se inyectará la medicación de su madre, pues "a falta de pan buenas son tortas". A partir de este instante el comandante Torrecuadrada, en una prueba constante de amor por su hijo, se verá obligado a introducirse en los hostiles ambientes de Bilbao (sin olvidar en ningún momento que es un guardia civil) y en el lado más oscuro del cuerpo y sus métodos de lucha antiterrorista para sacar a Paco de la droga. Si algo refleja a la perfección Eloy de la Iglesia es el grado de compartimentación que llegó a caracterizar a la sociedad vasca en los años 80, especialmente en lo referente a las fuerzas de seguridad que vivían completamente aisladas del mundo que las rodeaba, fundamentalmente por miedo. Sin embargo Eloy de la Iglesia nos mostrará que las diferencias entre los hombres no son de esencia, sino de forma, así viviremos momentos verdaderamente crudos y entrañables entre Martín Aramendia, padre de Urko y el comandante Torrecuadrada, enemigos en la vida pública pero víctimas de una misma desgracia en el ámbito familiar. De hecho, el comandante Torrecuadrada, quien tenía una visión de los vascos completamente tópica, acabará valorando a Martín Aramendia como lo que es, un ser humano igual que él, de hecho el mismo reconocerá que los últimos acontecimientos le habían llevado a cuestionarse toda su cosmovisión vital. Especialmente emotivo es el momento en que ambos padres se encuentran en el tanatorio en torno al cuerpo sin vida de Urko y ambos se fuerzan a reprimir sentimientos que sobrepasan todas sus fuerzas.
Porque al fin y al cabo los hombres no son más que eso, hombres; tanto para lo bueno como para lo malo.