No podía presentarse un panorama peor, el cine estaba ayer en su sesión de Miércoles siete de la tarde hasta la bandera de criaturas que no pasaban de los dieciséis años, mas algún que otro desubicado como yo que seguimos pensando como niños a pesar de peinar ya canas; quien pueda peinarse, claro está. Al poco de empezar los créditos me cambié de sitio, pese a la normativa anticovid, porque las bestezuelas que estaban a mi vera no callaban ni debajo del agua y eso que solté un bufido que produjo un silencio sepulcral en la sala aunque no duró ni dos minutos.

La película es mala con avaricia, es tan mala que no conoces a nadie de los que salen en los títulos de crédito y cuando ha acabado te ha dado totalmente igual, es una de esas películas de encargo donde lo importante es el espectáculo, no las actuaciones , ni la dirección, la ambientación o el vestuario, hay que mantener a las bestezuelas lo más atónitas posible a base de gigantescos tortazos y mucho efecto especial con luces,, colorines y volumen.

Tiene además la mala elección de tomar como referencia para el argumento al Kong de “La isla calavera”, osea, el peor de todos los posibles y que además amenaza con más que previsible saga palomitera. No obstante, no todo es horror , en honor a la verdad la segunda hora se aguanta bastante mejor que la primera y es además cuando comienza la hora de los mamporros que decía “La Cosa” en Los Cuatro fantásticos, aunque la película se convierta de repente en una especie de “Pacific Rim 3” con peleas entre “Kaijus y Jaegers “ y niña de por medio.

Si tienes bestezulelas en casa, no os la perdáis, si vas solo porque no quieres ver a nadie y desconectar un par de horas, puede valer, pero si esperas algo de fuste , mejor no vayas.