Yo creo que los hechos que vemos se nos cuentan de forma simultánea desde dos puntos de vista superpuestos. Me explico: todo lo que ocurre en la película ocurre en realidad, pero, al mismo tiempo, el modo en que ocurre sólo está en la mente de la chica. Por eso digo que coexisten dos relatos. No es, como se dice por aquí, que todo sea sólo producto de la mente trastornada de la chica. Lo único que es producto de la imaginación de la chica es la existencia en sí del personaje del psicópata. Los crímenes se producen tal cual los vemos, pero obviamente cometidos por ella, cuya mente crea al personaje del psicópata y la sitúa a sí misma en una posición de espectadora y víctima colateral. Alguien escribe por aquí que, si todo es producto de su imaginación, no es coherente la escena en que ella coge el coche del chico de la gasolinera o esa otra en la que presencia desde una ventana cómo el psicópata acuchilla al padre de su amiga en la puerta de la casa. Claro que lo son. Ella nunca coge ese coche -simplemente se lo inventa-, ni asiste desde la ventana al acuchillamiento del padre de su amiga -sencillamente se imagina ahí-. Es más: la vieja camioneta oxidada ni existe; debemos entender que el vehículo en que lleva retenida a su amiga es el coche donde viaja con ella. Dicho de otro modo: la película que vemos es la película que se ha montado la chica trastornada y que ella misma rememora desde el psiquiátrico. Pero los crímenes han existido tal cual. Creo que sólo así se puede disculpar el giro final tan criticado, porque de este modo ni se nos ha querido realmente dar gato por liebre ni, lo que sería peor, se viene a concluir con que todo es producto de la imaginación enferma de la protagonista –esto último sería intolerable: con un recurso así podríamos contar cualquier cosa sin necesidad de buscarle explicación después-.