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Voto de cinedeautor:
9
Animación. Drama. Comedia La película tiene por protagonista a un motivador profesional que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida; todo el mundo le parece y le suena igual. Hasta que la voz de una chica le suena diferente y está dispuesto a abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con ella. Película de animación escrita por Charlie Kaufman (Adaptation) con la colaboración de Dan Harmon (creador de Community). (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Charlie Kaufman siempre intenta contar los problemas que sufrimos los seres humanos. En su obra más aclamada, ¡Olvídate de mí!, incidía en las relaciones sentimentales contando los momentos más dulces y horrorosos que suelen existir. Con Cómo ser John Malkovich la lucha que existía se centraba en el “yo”; en las dudas que a uno le entra sobre si su vida tiene sentido. Y esta cuestión la volvió a repetir en su ópera prima Synecdoche, New York, pero trasladado al mundo del teatro. Philip Seymour Hoffman, director teatral, recibe una beca para poder continuar haciendo lo que más sabe hacer: Dirigir. Y es por ello que pondrá todo su empeño en hacer la obra teatral más realista que se haya hecho nunca, forzando a sus actores a tener una vida que no existe. Si, finalmente, esa obra se hubiera proyectado, sin ninguna duda habría sido Anomalisa.

Muchas voces ilegibles mientras observamos el cielo. Por un momento, parecemos Dios contemplando a la humanidad; pero en realidad no somos más que un pasajero en medio de un vuelo. Michael Stone está a punto de aterrizar en Cincinnati para dar una charla sobre su nuevo libro, ese por el cual muchas empresas han mejorado su servicio al cliente aumentando el 90% de la productividad. Sentado al lado de la ventanilla, observa la carta que recibió hace 10 años de una ex-novia que tuvo. La voz de esta -aparece reflejada en la carta a modo de aparición- es la de un hombre. ¿Por qué no tiene una voz femenina? Al principio no lo sabemos; puede que sea la propia voz de Michael, que ella sea un travesti o que, fruto del tiempo que ha pasado, simplemente no recuerde cómo era su voz. Sin embargo, una vez ya pisando el suelo, vuelve a extrañarnos una cosa: Todas las caras son iguales. ¿Acaso estamos en un continuo sueño o es la realidad que ve el propio Michael? Metiéndose en un taxi, pide que le lleven al hotel. Y la conversación que tiene con el taxista es la que nos va a abrir los ojos. Un mundo sin alma, sin sentimientos, totalmente automatizado, que parece que te está vendiendo continuamente algo. Más que un conductor parece un tipo de la oficina de turismo de la ciudad. Una vez llegado al hotel y, aprovechando que su ex-novia vive en la misma ciudad, queda con ella para tomar algo. Lo que en principio parece una velada reconciliadora y amigable, pronto se convertirá en una fuerte discusión. Aterrorizado y al borde de la locura, desde su habitación parece escuchar una voz femenina proveniente del pasillo. !Alguien más¡, grita Michael completamente en shock. Llamando a todas las puertas quiere descubrir quién es la otra persona viva en este infierno llamado Tierra. Y de repente, aparece ella, en albornoz, como no habíamos viso a ningún otro. Está emocionada por haberse encontrado ni mas ni menos que con Michael Stone, el hombre por el que se ha cogido unas vacaciones para ir a escuchar su charla. Dubitativa, alterada, feliz, una gama de sentimientos que nuestro protagonista no había visto en mucho tiempo, ni siquiera en su mujer e hijo, a los cuales no les diferencia del resto.

No deja de ser una paradoja -o una anomalía- que una película que se centra en dar respuesta a cuestiones que son tan personales en cada uno -como el sentido de la vida, la crisis identitaria, el amor, el futuro incierto- se nos sea presentada a través de la animación en stop motion. Kaufman confesó que fue por cuestiones narrativas, ya que si se presentaban actores reales con la misma voz, descolocaría mucho al personal. Pero de Kaufman uno no se puede fiar y, obviando si de verdad fue a ese motivo, podemos decir sin ninguna duda que la animación era el mejor camino para plantear el film. Porque qué mejor manera que no utilizar a un reparto humano para precisamente plasmar en pantalla la deshumanización del mundo. De un mundo real, cotidiano y al borde de la transformación de las personas en máquinas andantes. Una sociedad desprovista de todo tipo de emociones que parece tener respuestas programadas para vomitarlas automáticamente. Una raza que ya no parece humana sino pequeños seres artificiales hechos para hacer bulto (“¡Estamos todos aquí para ti! !Nos hicieron por ti!“).

Anomalisa podría ser comparada con otras películas como la gran Lost in traslation, Somewhere o Her. A estos tres directores (Kaufman, sofía Coppola y Spike Jonze) les unen unas cuentas cosas. Desde el romance que mantuvieron los dos últimos hasta el equipo formado por Michael y Spike durante mucho tiempo. En las principales obras de estos realizadores, el solipsismo ha ocupado el principal problema a tratar. Tanto Joaquin Phoenix, Stephen Dorff o Michael Stone son personajes solitarios que no tienen a nadie en el mundo y cuyas relaciones sentimentales han terminado yéndose a pique. En el caso de Her o Somewhere, los protagonistas se acaban de divorciar y en el de Anomalisa es un matrimonio que ya no tiene luz. Sus trabajos les hacen creer que tienen vida cuando no es el caso. Ya sea como escritor de cartas románicas, actor de prestigio o motivador profesional. No es más que una apariencia de lo que carecen. Pero esto cambia cuando llega algo que altera su día a día; un sistema operativo con plena conciencia, una hija que le aprecia o una mujer distinta al resto. Tres rasgos que el mundo ha hecho desaparecer sin compasión. Y, será por casualidad o no, pero las tres contienen tres escenas musicales maravillosas en las que el protagonista se da cuenta del entendimiento que tiene con la otra persona. La realidad es esa y no el mundo que le rodea. La secuencia del patinaje sobre hielo de Elle Fanning al son de la canción Cool, de Gwen Stefani; el precioso dúo que se marcan Phoenix y Scarlett Johanson con The Moon Song o, finalmente, la escena con la que misteriosamente se te cae una lágrima por lo hermosa que es; aquella en la que Lisa enseña a Michael su habilidad para cantar entonando “Girls just wanna have fun”. Imposible no emocionarse.

-------------------Sigue en spoiler sin spoilers-----------------
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedeautor
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