Aún no he leído la novela original de Kipling, pero ha sido muy interesante ver el mismo día esta película del 67 y la de casi cincuenta años después y comprobar cómo al tiempo que evoluciona la animación también lo hace la tolerancia de los niños (a los que van dirigidas ambas películas) a argumentos más complicados y donde los conflictos son presentados de una manera más cruda.
Olvidándonos de una perspectiva histórica, resulta mucho más interesante la moderna, aunque el final de la original me parece mucho más acertado.
Impresionante el parecido entre el niño de la animación y el actor de la película de 2016. Parece que el dibujo hubiera copiado al niño y no al revés.