La película atrapa al espectador desde la primera escena. Greengrass dirige y hechiza atrapando al especador en la fatídica y magníficamente recreada manifestación en Derry en 1972. Durante la película se respira el aire a complicidad entre los habitantes del pueblo, gente corriente que decide luchar por los derechos civiles. Las preguntas que nos obliga a hacer son: ¿Qué hay que hacer para que la gente sea escuchada?¿Qué hay que hacer para tener derechos civiles?¿Son los derechos civiles algo por lo que merece la pena luchar?
Esas películas tendran respuesta en el mismo momento en que la película termina dejando paso a unos títulos de crédito que no tendrían nada en especial si no fuera por la genial Sunday Bloody Sunday de los magníficos U2 que me hizo dejar el DVD encendido para escucharla entera.

El modo de grabar de Greengrass, bastante movido y algo sucio como se ha podido ver en las escenas de persecucciones de la saga Bourne ya que este tipo de grabación lo suele usar en momentos de gente corriendo. La pega es que puede resultar algo cansino, mareante y que no te enteras de nada porque saludan a un hombre y cuando vas a asociar el nombre a una cara la cámara ya va por el siguiente hombre, pero calma, esto tiene solución, al final y tras haber ocurrido la desgracia la cámara deja de moverse para tener un ritmo algo más tranquilo y dejar al espectador que se relaje y se centre en lo que acaba de ver, la masacre que ha visto en primera persona como si uno de los manifestantes fuera.

Los personajes son excelentes sobretodo Ivan Cooper, el hombre que luchó por su causa sin importar lo que le pudiera ocurrir, subió a un estrado con hombres disparando detrás de ellos, balas de verdad. Asesinando no a personas sino a la verdad. Un crimen contra los derechos civiles que cada bebé, niño, adolescente, joven, adulto, mayor y anciano tienen. Todos los humanos y es algo que una bala, un trozo de metal no podrá negar.

Luchemos por ellos es el mensaje que da esta película.