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1.002
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Voto de Manospondylus:
6
7,4
9.495
Serie de TV. Animación. Fantástico. Acción
Serie de TV (2007-2017). 502 episodios. La historia rodea a un mayor y un poco más maduro Naruto Uzumaki y su aventura para rescatar a su amigo Sasuke Uchiha de las garras del Orochimaru, antes de que este utilize el cuerpo de su amigo. Sakura también se unirá a su viaje, por la que comienza a entrenar con Tsunade. Tras 2 años y medio entrenando con Jiraiya, Naruto regresa a Konoha, y se decide alcanzar su sueño de una buena vez, aunque ... [+]
25 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Continuación directa de Naruto (a diferencia de Boruto, no es una secuela), tras un salto temporal de dos años y medio, un recurso sencillo pero efectivo utilizado con relativa frecuencia para saltarse las partes en las que no hay acción y mostrar de forma rápida el progreso de los personajes (el otro ejemplo más famoso lo constituye Dragon Ball, pero también se emplea en series tan diferentes como Death Note y Bobobo).
Naruto Shippūden no es más que el nombre dado a la parte del anime de Naruto que adapta el manga del tankōbon 28 al 72, por lo que esta serie no puede entenderse sin la otra. A ver, la trama puede seguirse sin problemas y el trasfondo y las motivaciones de los personajes principales (en especial Naruto y Sasuke) se explica repetidas veces, pero se pierde toda la gracia al no haber establecido ningún tipo de vínculo con dichos personajes. Por ello, el visionado previo de Naruto no es imprescindible, pero sí muy recomendable
La trama principal se ubica un par de años después del final de la primera serie. Naruto regresa a Konoha con la firme (y a veces cansina) intención de traer de vuelta a Sasuke, ahora discípulo del criminal Orochimaru. Mientras tanto, la sombría organización Akatsuki se pone en movimiento para capturar a los Bijū, unas bestias de terrible poder. Malas noticias para Naruto, pues el zorro que lleva sellado en su interior es uno de ellos. Así pues, a diferencia de la primera serie, Shippūden arranca con unos objetivos definidos.
Los primeros arcos de Shippūden avanzan con fidelidad al manga, si bien con un ritmo narrativo lento y pequeños añadidos característicos de Naruto, y también con una seriedad y una calidad inédita en los 85 episodios que la preceden. Sin embargo, tras los primeros 54 episodios se pisa el acelerador dejando unas sagas más breves y ágiles, con el inconveniente de que regresa el relleno para dejar cierto margen respecto al manga (en aquel momento en publicación): al principio como sagas no muy extensas que, aunque resultan algo incoherentes respecto al canon, se dejan ver (como la de Utakata); pero más adelante comienzan a aparecer episodios de relleno que nos retrotraen al lamentable relleno de la primera parte e introducen personajes tan aleatorios como el avestruz o el ridículo Mecha-Naruto.
En general, el relleno puede saltarse sin problemas (basta con informarse sobre qué capítulos lo son), aunque está más mezclado que en la primera serie de Naruto. Sin embargo, un problema ineludible es el hecho de que la propia historia del manga ya fue estirada debido a las presiones de los editores, lo que se nota en el arco de la Cuarta Guerra (hacia el final), plagado de personajes intrascendentes que sólo están ahí para poder meter más PCs en los videojuegos (reconocido por el autor), y es una saga que se siente estirada, saturada de peleas irrelevantes y en la que aparecen poderes, objetos y hasta personajes prácticamente de la nada.
Dicho arco marca un extenso final en el que se nota demasiado la necesidad de estar sorprendiendo continuamente, lo que revierte en algún que otro pequeño fallo, amén de la improvisación del autor, especialmente de cara al desenlace, cuando un antagonista sucede a otro hasta que Kishimoto tiene que sacarse de la manga un último villano muy poderoso pero con una conveniente debilidad para que pueda terminar la tanda de combates que cierran la guerra (como en tantos otros shōnen hay un problema con la escala de poder). Afortunadamente, el cierre del conflicto principal logra salvar el final y dejarnos con una sensación más que positiva (476-477 y 478). Los episodios que siguen al desenlace son un anticlimácico puente entre esta serie y Boruto.
Sin embargo, la historia escrita por Kishimoto y los personajes principales son lo suficientemente interesantes como para hacer que no perdamos el interés: el avance de Akatsuki y su peculiar cacería que conduce al inevitable enfrentamiento entre Naruto y su líder, el anticipado choque entre los hermanos Uchiha y la historia de Tobi dirigen buena parte de la serie y concentran muchos de los mejores momentos. Además, si en algo destaca Kishimoto es en la forma en la que desvela poco a poco la información, y hasta el mismísimo final vamos conociendo detalles muy reveladores sobre aspectos cruciales que, en general, encajan muy bien. E incluso durante las partes argumentalmente más flojas encontramos datos que cierran algún agujero que se mantenía intencionadamente abierto (como los flashbacks sobre el nacimiento de Naruto, el pasado de Tobi, la fundación de Konoha, el muy necesario pasado del último antagonista -un relleno pertinente que explica la situación mejor que el manga- y algunos más).
Shippūden presenta más variedad de personajes y deja muchos sobresalientes. Algunos son conocidos que reciben un mayor desarrollo, como Kakashi, Jiraiya y Tsunade, otros son nuevos como Chiyo, Tobi, Kushina y los huérfanos de Amegakure; pero la gran sorpresa es Itachi y su impecable trasfondo, una subtrama que realmente pasará a la historia del manganime por haber pillado desprevenido a todo el fandom y que convierte a Itachi en uno de los personajes más queridos de esta serie, pese a no aparecer en exceso y mostrar una perfección digna de un Marty Stu. Otros personajes no salen tan bien parados pues Kishimoto acostumbra a dejarlos al margen. El ejemplo más ilustrativo es Sakura, quien, tras un gran papel al inicio de la serie, es relegada a secundaria o terciaria durante casi todo Shippūden, presentando un desarrollo bastante pobre; al igual que Sai, Yamato, Hinta, Neji o Lee.
Otra pega que le encuentro a Shippūden es que, debido al tono general de esta serie, los escasos (fuera del relleno) momentos cómicos suelen quedar fuera de lugar. El drama, sin embargo, funciona muy bien de principio a fin, más aún en el anime, reforzado por las espectaculares interpretaciones de los seiyū y la estupenda música.
(Sigue sin spoilers)
Naruto Shippūden no es más que el nombre dado a la parte del anime de Naruto que adapta el manga del tankōbon 28 al 72, por lo que esta serie no puede entenderse sin la otra. A ver, la trama puede seguirse sin problemas y el trasfondo y las motivaciones de los personajes principales (en especial Naruto y Sasuke) se explica repetidas veces, pero se pierde toda la gracia al no haber establecido ningún tipo de vínculo con dichos personajes. Por ello, el visionado previo de Naruto no es imprescindible, pero sí muy recomendable
La trama principal se ubica un par de años después del final de la primera serie. Naruto regresa a Konoha con la firme (y a veces cansina) intención de traer de vuelta a Sasuke, ahora discípulo del criminal Orochimaru. Mientras tanto, la sombría organización Akatsuki se pone en movimiento para capturar a los Bijū, unas bestias de terrible poder. Malas noticias para Naruto, pues el zorro que lleva sellado en su interior es uno de ellos. Así pues, a diferencia de la primera serie, Shippūden arranca con unos objetivos definidos.
Los primeros arcos de Shippūden avanzan con fidelidad al manga, si bien con un ritmo narrativo lento y pequeños añadidos característicos de Naruto, y también con una seriedad y una calidad inédita en los 85 episodios que la preceden. Sin embargo, tras los primeros 54 episodios se pisa el acelerador dejando unas sagas más breves y ágiles, con el inconveniente de que regresa el relleno para dejar cierto margen respecto al manga (en aquel momento en publicación): al principio como sagas no muy extensas que, aunque resultan algo incoherentes respecto al canon, se dejan ver (como la de Utakata); pero más adelante comienzan a aparecer episodios de relleno que nos retrotraen al lamentable relleno de la primera parte e introducen personajes tan aleatorios como el avestruz o el ridículo Mecha-Naruto.
En general, el relleno puede saltarse sin problemas (basta con informarse sobre qué capítulos lo son), aunque está más mezclado que en la primera serie de Naruto. Sin embargo, un problema ineludible es el hecho de que la propia historia del manga ya fue estirada debido a las presiones de los editores, lo que se nota en el arco de la Cuarta Guerra (hacia el final), plagado de personajes intrascendentes que sólo están ahí para poder meter más PCs en los videojuegos (reconocido por el autor), y es una saga que se siente estirada, saturada de peleas irrelevantes y en la que aparecen poderes, objetos y hasta personajes prácticamente de la nada.
Dicho arco marca un extenso final en el que se nota demasiado la necesidad de estar sorprendiendo continuamente, lo que revierte en algún que otro pequeño fallo, amén de la improvisación del autor, especialmente de cara al desenlace, cuando un antagonista sucede a otro hasta que Kishimoto tiene que sacarse de la manga un último villano muy poderoso pero con una conveniente debilidad para que pueda terminar la tanda de combates que cierran la guerra (como en tantos otros shōnen hay un problema con la escala de poder). Afortunadamente, el cierre del conflicto principal logra salvar el final y dejarnos con una sensación más que positiva (476-477 y 478). Los episodios que siguen al desenlace son un anticlimácico puente entre esta serie y Boruto.
Sin embargo, la historia escrita por Kishimoto y los personajes principales son lo suficientemente interesantes como para hacer que no perdamos el interés: el avance de Akatsuki y su peculiar cacería que conduce al inevitable enfrentamiento entre Naruto y su líder, el anticipado choque entre los hermanos Uchiha y la historia de Tobi dirigen buena parte de la serie y concentran muchos de los mejores momentos. Además, si en algo destaca Kishimoto es en la forma en la que desvela poco a poco la información, y hasta el mismísimo final vamos conociendo detalles muy reveladores sobre aspectos cruciales que, en general, encajan muy bien. E incluso durante las partes argumentalmente más flojas encontramos datos que cierran algún agujero que se mantenía intencionadamente abierto (como los flashbacks sobre el nacimiento de Naruto, el pasado de Tobi, la fundación de Konoha, el muy necesario pasado del último antagonista -un relleno pertinente que explica la situación mejor que el manga- y algunos más).
Shippūden presenta más variedad de personajes y deja muchos sobresalientes. Algunos son conocidos que reciben un mayor desarrollo, como Kakashi, Jiraiya y Tsunade, otros son nuevos como Chiyo, Tobi, Kushina y los huérfanos de Amegakure; pero la gran sorpresa es Itachi y su impecable trasfondo, una subtrama que realmente pasará a la historia del manganime por haber pillado desprevenido a todo el fandom y que convierte a Itachi en uno de los personajes más queridos de esta serie, pese a no aparecer en exceso y mostrar una perfección digna de un Marty Stu. Otros personajes no salen tan bien parados pues Kishimoto acostumbra a dejarlos al margen. El ejemplo más ilustrativo es Sakura, quien, tras un gran papel al inicio de la serie, es relegada a secundaria o terciaria durante casi todo Shippūden, presentando un desarrollo bastante pobre; al igual que Sai, Yamato, Hinta, Neji o Lee.
Otra pega que le encuentro a Shippūden es que, debido al tono general de esta serie, los escasos (fuera del relleno) momentos cómicos suelen quedar fuera de lugar. El drama, sin embargo, funciona muy bien de principio a fin, más aún en el anime, reforzado por las espectaculares interpretaciones de los seiyū y la estupenda música.
(Sigue sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Shippūden cuenta con un nuevo OST a cargo de Takanashi Yasuharu. Aunque ningún tema es tan icónico como el principal de Naruto, esta banda sonora es más rica y variada. La música mantiene el estilo anterior al mezclar melodías e instrumentos tradicionales y modernos, pero se añaden coros y más instrumentos de orquesta sinfónica, en detrimento de la electrónica, y es más ominosa y grandilocuente. Sin embargo, se echan en falta los temas de la primera serie, sobre todo el principal (recuperado muy avanzada la serie). "Dōten", el destinado a suplirlo, queda un poco por debajo de su predecesor, mientras que el genial "Itachi Uchiha" (en realidad un tema de Kurama sin relación con Itachi) no aparece hasta el 329.
Todos los openings son estupendos, desde los infravalorados 11 y 14, a los sobresalientes 6 y 16 que entrarían en cualquier top de mejores openings, con la única excepción del absurdo (por la secuencia) 10, realizado tras el tsunami de 2011, que intentando ser más alegre cae en el ridículo. Entre los endings hay más variedad. Varios son realmente buenos, como el 1, 11, 21, 28 o 29, pero hay muchos intrascendentes y también alguno horrible.
Debido a la participación de multitud de equipos, directores y aún estudios diferentes, la animación es increíblemente irregular: los episodios van de lo impresionante a lo terrible. A ello se le suma que Date fue incapaz de gestionar los medios según las necesidades de cada episodio y que la producción simultánea de películas de Naruto afectó negativamente a la serie; problema que sufrió especialmente una de las sagas más apreciadas, Los Dos Salvadores. Irónicamente se recuerda más el destrozo en dicha saga que la película en sí, pues esa tanda de episodios mal animados (con un par de excepciones) alcanzó su cénit en el capítulo más polémico de toda la serie (167), que alterna momentos grandiosos y brillantemente realizados con dibujos pobres y personajes off-model.
Por último sólo me resta advertir que, por pedante que suene, lo conveniente es ver Naruto en VO, porque no existe un doblaje su altura; y eso que en España tenemos dos, siendo el primero (e incompleto) muy desacertado, pues al promocionarlo como un producto infantil tipo Pokémon buscando una moda para vender merchandising, se caracterizó por la mala elección de voces y peor traducción. Y el segundo, tardío, es todavía peor.
Resumiendo, Shippūden es una serie desigual, con cambios bruscos de guion, ritmo, dibujo y animación. Cuenta con una historia más compleja que pretende ser más madura, algo que consigue un poco a medias porque aunque Kishimoto incorpora más subtramas y se atreve incluso a cuestionar algunas de las bases del género, esto conduce a que muchas situaciones se resuelvan de forma ingenua y nunca llega a una respuesta rotunda. Como otras obras de éxito, ha sido estirada en exceso y, si la primera serie tenía un inicio vacilante, esta tiene un problema en su tramo final. Aún con todo, Naruto, en conjunto, es uno de los shōnen más completos en su género. Tiene casi todo lo que puede esperarse y tan bien combinado que se pueden perdonar sus fallos.
Aspectos positivos: Ofrece lo mismo que Naruto y un poco más, especialmente en trama, epicidad y dramatismo, e incluso en ciertos momentos mejora al propio manga. La animación llega a niveles muy altos. La música es realmente buena y supera a la de la primera serie, así como los openings. Aunque se queda a medias, que se cuestione la violencia en un shōnen de estas características es de agradecer.
Aspectos negativos: Algún error de guion heredado del manga. Parte de la comedia sobra. Ciertos detalles de la trama quedan deliberadamente abiertos para poder hacer una secuela. Muchos personajes son desaprovechados, especialmente las kunoichi, que además suelen estar bastante mal escritas. La discontinuidad con el OST de Naruto. Las irregularidades tan acusadas en el dibujo y la animación. El exceso de relleno.
Puntuación: 6
Puntuación sin relleno: 7
Todos los openings son estupendos, desde los infravalorados 11 y 14, a los sobresalientes 6 y 16 que entrarían en cualquier top de mejores openings, con la única excepción del absurdo (por la secuencia) 10, realizado tras el tsunami de 2011, que intentando ser más alegre cae en el ridículo. Entre los endings hay más variedad. Varios son realmente buenos, como el 1, 11, 21, 28 o 29, pero hay muchos intrascendentes y también alguno horrible.
Debido a la participación de multitud de equipos, directores y aún estudios diferentes, la animación es increíblemente irregular: los episodios van de lo impresionante a lo terrible. A ello se le suma que Date fue incapaz de gestionar los medios según las necesidades de cada episodio y que la producción simultánea de películas de Naruto afectó negativamente a la serie; problema que sufrió especialmente una de las sagas más apreciadas, Los Dos Salvadores. Irónicamente se recuerda más el destrozo en dicha saga que la película en sí, pues esa tanda de episodios mal animados (con un par de excepciones) alcanzó su cénit en el capítulo más polémico de toda la serie (167), que alterna momentos grandiosos y brillantemente realizados con dibujos pobres y personajes off-model.
Por último sólo me resta advertir que, por pedante que suene, lo conveniente es ver Naruto en VO, porque no existe un doblaje su altura; y eso que en España tenemos dos, siendo el primero (e incompleto) muy desacertado, pues al promocionarlo como un producto infantil tipo Pokémon buscando una moda para vender merchandising, se caracterizó por la mala elección de voces y peor traducción. Y el segundo, tardío, es todavía peor.
Resumiendo, Shippūden es una serie desigual, con cambios bruscos de guion, ritmo, dibujo y animación. Cuenta con una historia más compleja que pretende ser más madura, algo que consigue un poco a medias porque aunque Kishimoto incorpora más subtramas y se atreve incluso a cuestionar algunas de las bases del género, esto conduce a que muchas situaciones se resuelvan de forma ingenua y nunca llega a una respuesta rotunda. Como otras obras de éxito, ha sido estirada en exceso y, si la primera serie tenía un inicio vacilante, esta tiene un problema en su tramo final. Aún con todo, Naruto, en conjunto, es uno de los shōnen más completos en su género. Tiene casi todo lo que puede esperarse y tan bien combinado que se pueden perdonar sus fallos.
Aspectos positivos: Ofrece lo mismo que Naruto y un poco más, especialmente en trama, epicidad y dramatismo, e incluso en ciertos momentos mejora al propio manga. La animación llega a niveles muy altos. La música es realmente buena y supera a la de la primera serie, así como los openings. Aunque se queda a medias, que se cuestione la violencia en un shōnen de estas características es de agradecer.
Aspectos negativos: Algún error de guion heredado del manga. Parte de la comedia sobra. Ciertos detalles de la trama quedan deliberadamente abiertos para poder hacer una secuela. Muchos personajes son desaprovechados, especialmente las kunoichi, que además suelen estar bastante mal escritas. La discontinuidad con el OST de Naruto. Las irregularidades tan acusadas en el dibujo y la animación. El exceso de relleno.
Puntuación: 6
Puntuación sin relleno: 7