Una muy buena idea, expresada en el título, da pie a una sencilla y entretenida película con una trama consistente y sugerente, una intriga centrada en la búsqueda del verdadero autor de un libro, tratando, además, temas de rabiosa actualidad aunque sin atreverse a bucear en ellos. Tan importante como la intriga resulta la amable descripción de los personajes principales, muy bien interpretados, con mención especial para un Fabrice Luchini que es uno de esos actores a los que les sienta de maravilla interpretar personajes con ciertos tics, como el que nos ocupa: un crítico literario vanidoso, elitista y algo borde, pero sin dejar de llegar por ello al corazón del espectador, más bien al contrario.

Y es una pena que la película no se haya presentado voluntaria para dar un paso al frente, porque la idea original es muy propicia para acometer sin temor la relación actual entre la verdad y la mentira, entre la ficción y la realidad. Pero se decanta por un tono trivial y desprovisto de consecuencias dramáticas, que quizá la haga más agradable, pero también menos interesante. Aún así, sí que presenta algunas conclusiones relacionadas con la manipulación en la sociedad actual. O más bien con la necesidad que tenemos de acariciar la mentira a poco que nos resulte grata, con su aspecto más práctico, con su comercialidad a todos los niveles, tanto a nivel mediático como a nivel personal, social y cultural. Y creo que sin pretenderlo muestra cómo la manipulación de la realidad está instalada en nuestra cultura como algo casi cotidiano, incluso aceptado. También alberga otras lecturas, que ese es otro de sus alicientes, que es una película que antes que disponer, propone.