Visual y técnicamente es notable, como todo lo que hace Burton. Por momentos es emotiva, sobre todo en lo que respecta a la separación de Dumbo de su madre, que llega a calar y a conmover. Pero poco más cabría reseñar, porque no acabamos de conectar con nuestro entreñable protagonista, ni los espectadores, ni los niños que lo acompañan en sus peripecias, con los que no se consigue establecer una verdadera química. Dumbo aparece como un personaje estereotipado, un bebé elefante con grandes orejas que quiere mucho a su madre, pero sin que su singularidad le confiera una verdadera alma. Eso lastra algo la película, lo mismo que la falta de alegría, de entusiasmo de todo el conjunto, dónde no hay ni una verdadera explosión de júbilo, ni siquiera cuando el elefante supera su miedo y consigue volar.

Tampoco el tono sombrío que caracteriza al realizador acaba de hacer un verdadero acto de presencia, se mantiene controlado, sobrevolando todo el metraje, pero sin aportarle algo notable, sin añadirle hondura a la historia .Además, su desarrollo lineal no alberga casi ninguna sorpresa, por lo que casi en ningún momento la película consigue despegar el vuelo.