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Voto de el pastor de la polvorosa:
5
Thriller. Drama Mientras reparan un satélite fuera de su nave, dos astronautas sufren un grave accidente y quedan flotando en el espacio. Son la doctora Ryan Stone, una brillante ingeniera que realiza su primera misión espacial, y el veterano astronauta Matt Kowalsky. La misión exterior parecía rutinaria, pero una lluvia de basura espacial les alcanza y se produce el desastre: el satélite y parte de la nave quedan destrozados, dejando a Ryan y Matt ... [+]
7 de noviembre de 2013
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera escena de Gravity es un largo plano secuencia conducido por una cámara que flota en una especie de líquido amniótico en el que se borran las referencias del espacio cinematográfico convencional: no hay arriba ni abajo, izquierda ni derecha. Al cabo de unos minutos nos percatamos de que la cámara flotante se introduce en la escafandra de uno de los astronautas, y nos ofrece un punto de anclaje.

La película nos introduce en su escafandra, pero no en su interior: empeño imposible en personajes de dos dimensiones, como los que protagonizan esta posmoderna odisea espacial. Al término de la película sabemos lo mismo del personaje al que encarna George Clooney que después de ver los anuncios publicitarios que él mismo protagoniza.

Las lágrimas ingrávidas que se distribuyen en trayectorias erráticas tridimensionales son un buen emblema (acaso irónicamente consciente) de la sustancia de la película.

No querría caer en ese tipo de críticas aburridas basadas en la condena de la técnica y la invocación nostálgica del humanismo. Tratando de obviar la dialéctica entre el cine de Hollywood y el alternativo, la inhumanidad de Gravity es comparable a la de, por ejemplo, Holy motors de Leos Carax –aunque las películas son, lógicamente, muy distintas.

Pero hay que reconocer que la historia de muerte simbólica, gestación y renacimiento que narra Gravity parece concebida, para entendernos, por un Paulo Coelho en horas bajas: auto-ayuda elemental, en la que el éxito (equivalente en este caso a la supervivencia) se alcanza con sólo proponérselo, más un poco de suerte.

La trivialidad de los diálogos contrasta deliberadamente con la grandeza del escenario y la belleza de las imágenes, y parece advertirnos de que el turismo espacial conducirá, si algún día llega, al mismo grado de "dejà vu" que el terrestre. Claro que, entre las piezas flotantes de ajedrez, siempre nos quedará una botella escondida de vodka.

Los autores de esta película son quizá demasiado conscientes de que todo nos cansa, como espectadores, pasada la primera impresión de sorpresa, así que nos ofrecen una película breve y fulgurante, con tal acumulación de momentos de clímax que actúa, en cierto modo, en contra de su propio ritmo narrativo.

Y de este modo nos sirven un producto de la clase que acaso nosotros, los "espectadores", demandamos por encima de todo: una "experiencia".
el pastor de la polvorosa
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