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España España · Oviedo
Voto de Esteban:
10
Drama. Comedia Raimunda (Penélope Cruz) es manchega, pero vive en Madrid. Está casada con un obrero en paro (Antonio de la Torre) y tiene una hija adolescente (Yohana Cobo). Su hermana Sole (Lola Dueñas) se gana la vida como peluquera. Ambas echan de menos a su madre (Carmen Maura), que murió en un incendio. Pero, inesperadamente, la madre se presenta en casa de su hermana (Lampreave); después va a ver a Sole, a Raimunda y a Agustina (Portillo), una ... [+]
20 de marzo de 2006
13 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar vuelve su mirada hacia el universo femenino que tan bien conoce, hacia el extrarradio madrileño que le hizo alcanzar la popularidad con sus primeras películas y a la vida del pequeño pueblo manchego, de sus gentes, sus tradiciones y su superstición para hablarnos sobre las emociones, la soledad, la maternidad, el amor, la amistad, las deudas con el pasado, el compañerismo, sobre aparecidos que vuelven del más allá para contar al oído secretos inconfesables que marcan una vida, que hipotecan los sentimientos, sobre la superación del miedo que nos atenaza, sobre ojos arrasados en lágrimas que dicen más que cientos de palabras juntas y, ante todo, sobre la muerte, esa maldita bastarda que, esta vez, une a las personas, las hace cercanas a los que tienen que sobrellevar las ausencias de los que ya no están, que sirve de vehículo para el abrazo y la curación del cuerpo y el alma de aquellos que permanecen heridos. Mirarla de frente y desmitificarla es, probablemente, el mejor modo de combatirla, parece decirnos el director manchego.
Dosificando sabiamente (mejor que nunca) el drama, la comedia y el thriller, entreteje Almodóvar una de sus películas más hermosas, maravillosa e inolvidable historia que cala hondo pese a (o precisamente por) su serenidad y reposada belleza, sin apenas levantar la voz en ningún momento del metraje. Austera, conmovedora y sencilla como los personajes que retrata con tanta sensibilidad y precisión. Todo huele a pueblo, las casas, las calles adoquinadas, los patios, la soledad, el abandono, los besos, las pantuflas, los entierros en procesión, los corros enlutados, la gente, la comida, los diálogos, los silencios y los murmullos. Todo sabe a barrio marginal, los trabajos mediocres, la peluquería ilegal, las canciones, la ilusión, las marujas, la desesperanza, la soledad (otra vez), las inmigrantes sin papeles, la tristeza y la alegría.
Navegando entre el realismo costumbrista y el surrealismo más inverosímil que, no obstante, se acepta con la mayor naturalidad del mundo, forja Almodóvar las vidas de media docena de personajes primorosamente escritos e interpretados por un plantel de actrices en absoluto estado de gracia, partiendo de esa inmensa Carmen Maura que vuelve a demostrar una vez más porque es una de las más grandes de este país, con su Irene, espectro balsámico y redentor, pasando por la Agustina de Blanca Portillo, emotiva, trágica, adorable y desgarradora composición con todas las emociones a flor de piel, y terminando por una inconmensurable Penélope Cruz ardiente, sensible y arrebatada. Más que captar el personaje se podría decir que el personaje la ha captado a ella. No está actuando, está poseída por el espíritu de Raimunda.
Monumental canto a la feminidad, a la mujer como motor del mundo, “Volver” es una pieza más, sublime y emocionante, que afianza una filmografía inmortal e irrepetible. Solo le encuentro un fallo: que se termina. Hacía años que un fundido a negro no me entristecía tanto.
Esteban
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