Danny Boyle es un gran director, una película basada en hechos reales despierta cierto interés especial y no sé muy bien porqué pero James Franco me cae bien; a pesar de estos incostestables argumentos me he negado durante años a ver esta película por una razón bien sencilla, no quería ver una película sobre un tío que se tiene que cortar el brazo, al menos así se promocionó en su momento. Aviso para navegantes, esta historia no se centra en eso, y en mi opinión tampoco destaca tanto por el conflicto hombre contra naturaleza; reconozco que he sido gratamente sorprendido y no solo porque James Franco ofrezca la mejor interpretación de su carrera.

La película empieza y a los 5 segundos ya crees que sabes cómo se va a desarrollar todo, has visto mucho cine, este no es tu primer rodeo y no te van a sorprender fácilmente. Aparece James Franco y te compadeces un poco de él pensando en lo que se le viene encima, coge el coche y se va a hacer montañismo al típico sitio molón americano, los cañones de Utah, dónde claro no hay cobertura. Aparece Kate Mara y de nuevo piensas que sabes cómo se va desarrollar todo. Curiosamente, 5 minutos después, cuando llevas unos 15 minutos de película, es cuándo aparecen en pantalla las letras del título, y desde ese momento hasta el final has pasado por tantos estados emocionales que solo te queda clara una cosa: debes ir a por un vaso de agua y reflexionar sobre tu vida ¿Por qué? Pues porque esta película es mucho más que una historia basada en el morbo de una amputación, que por cierto está grabada en una sola toma en tiempo real, además en la famosa escena no se ve prácticamente nada gráfico lo que hace la escena especialmente intensa son los efectos de sonido, las reacciones de James Franco, muy perturbador tanto una cosa como la otra, y la propia importancia de la escena en sí por sus consecuencias en la trama. El entorno juega un papel importante pero en mi opinión no es el antagonista, el verdadero antagonista de la historia es el propio protagonista que literalmente se ha empujado a esa situación, como si cada paso que hubiese dado en su vida le hubiese llevado a ese momento.

"127 horas" te presenta un personaje carismático, de esos que parece que están hechos de otra pasta, y le somete a la peor situación imaginable para él. El conflicto hombre contra naturaleza sirve de escenario, pero dónde esta película puede conectar es con el sentimiento de supervivencia en el sentido más primitivo de la palabra, y donde puede calar muy hondo es con la manera de abordar temas más profundos como la soledad y el irónico castigo al que puede derivar entender que el problema no está fuera sino dentro de uno mismo. La película desarrolla especialmente bien este tema mediante delirios, alucinaciones, flashbacks y confesiones que invitan a la introspección emocional; es una película de supervivencia, pero no de la menera que uno podría esperarse.

Una historia épica, con muchas más capas de las que podría parecer a primera vista y que ha conectado conmigo de una manera que no esperaba; siempre que me encuentre en una situación difícil ésta será una de esas películas que podré ver para que me ayude a relativizar y darme fuerzas, dejar de quejarme y tirar hacia adelante. En definitiva, me equivoqué al prejuzgar esta película.