Carnívoros, lo nuevo del alicantino Manolito Motosierra (un tipo ya curtido en muchas batallas dentro del “alucinante” mundo de la cutrez, el gore, las producciones z, los fanzines más extremos y gamberros y los eventos más disparatados y enfermizos que os podáis imaginar), cuenta (o lo intenta) la historia de un pésimo grupo de heavy, Las Pollas del Metal, los cuales son forzados por su despótico productor a realizar una gira que se inicia en tierras gallegas (a pesar de estar rodado íntegramente el film en tierras alicantinas). Esta banda de descerebrados, pajilleros y cochambrosos músicos, guiados por un inepto manager, acaba en un recóndito pueblo, donde viven los Gutiérrez (una familia hilarante de caníbales tarados y degenerados que nos mostraron en el primer largo del señor Motosierra, Jodidos Kabrones, de lo que eran capaces de hacer a todos los insensatos que caían en sus garras), que dará alojamiento a esta banda de metal que no intuye la que se les viene encima.

Está claro que el amigo Motosierra y sus compinches de viaje se lo pasaron genial rodando este despropósito sangriento y enfermizo y lo consiguen transmitir en los escasos 60 minutos que dura la cinta. Además, no engañan a nadie y ofrecen aquello que prometen (y pretenden), es decir, caspa, mugre, sangre, casquería, escatología elevada a la enésima potencia, mal gusto, sexo y cantidades ingentes de humor negro y depravado. Como el propio creador de la obra dijo en una entrevista: "La película rinde homenaje a las películas de cine sangriento y escatológico de los 70 y 80’s, con un toque a la española, y con los máximos litros de sangre posibles. […] Carnívoros, es una comedia gore bastante salvaje, sin censuras, y que pretende dejar impactado al espectador en la butaca, desde el primer minuto”. Puedo dar fe que las palabras del amigo Manolito no son baladí y que esta cinta no defraudará a los amantes de este tipo de subproductos o como el propio Motosierra llama: “anti-cine”.

Pero de igual forma que podemos disfrutar (o padecer) del entusiasmo y las animaladas que esta “pandilla basura” ha puesto en la realización de este envilecido gran guiñol patrio, también notamos la escasez de medios (impuesto por un presupuesto paupérrimo) en un nefasto audio, unos f/x caseros y el amateurismo de algunos de los involucrados (cosa por otra parte bastante habitual, por no decir idiosincrática, de este tipo de sub-producciones). Las interpretaciones de algunos de los supuestos “actores” consiguen dar vergüenza ajena en la mayoría del metraje.

Así que todos aquellos que se decidan a ver esta infecta producción se pueden ir preparando (o más bien concienciando) para contemplar una ceremonia burra, guarra, bastarda y totalmente cañí, y en ese caso es muy probable que disfruten de una basura cochambrosa, paródica y disparatada. Aquellos que por el contrario sólo disfrutan con el clasicismo de John Ford o Howard Hawks, la profundidad de Ingmar Bergman o Theodor Dreyer, o el espectáculo de las grandes superproducciones hollywoodienses, que huyan cómo si alguno de los vesánicos Gutiérrez le persiguiera por un bosque gallego con un martillo ensangrentado en su mano y la boca babeante ante la posibilidad de reventarle la cabeza a golpes.

NOTA IMPORTANTE: La puntuación en este tipo de propuestas es lo de menos (si he de puntuarla como lo haría ante una película “convencional” evidentemente es una soberana castaña), aquí de lo que se trata es de ver barrabasadas cazurras y divertirse de los delirios y disparates de esta panda de amiguetes que adoran el ultra-gore y el humor más macabro e insano que uno pueda imaginar. Y eso, al menos, lo consigue con creces.