La famosa obra de teatro "Pigmalión" de George Bernard Shaw fue convertida por el guionista y letrista Alan Jay Lerner y por el compositor Frederick Loewe, bajo la refinada y elegante dirección del versátil George Cukor, en uno de los musicales más famosos y premiados (ocho Oscars, incluidos los de mejor película, mejor director y mejor actor) de la historia del cine.

La historia es una alegoría sobre la capacidad de progreso personal, la consecución de objetivos a base de esfuerzo y perseverancia, y sobre el poder del amor, que todo lo puede.

Nos hallamos ante una distinguida comedia musical henchida de un maravilloso y sutil romanticismo que juega las bazas del personaje fuera de contexto, de la relación íntima entre profesor y alumna y del choque sociocultural para ofertar varios momentos musicales de gran mérito con canciones como "With a Little Bit Of Luck", "Wouldn't It Be Lonely" o "I'm An Ordinary Man".

A pesar de su fácilmente pronosticable desenlace, de su progresivo exceso de almíbar, y de cierta pasividad o falta de un mayor dinamismo a nivel general, "My Fair Lady" supone un gozoso espectáculo visual que plantea con innegable talento ligeras digresiones morales acerca de la relación hombre-mujer, conteniendo una de las más recordadas interpretaciones de la adorable Audrey Hepburn, doblada en las canciones por la voz de Marni Nixon.

Por su parte un espléndido y oscarizado Rex Harrison lo borda en uno de los papeles más celebrados de su trayectoria, encarnando al profesor Henry Higgins, personaje clasista y misógino que demuestra una total carencia de emociones.