Haz click aquí para copiar la URL
España España · ALBACETE
Voto de pedro mateo:
8
Thriller. Drama Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles. (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Altman, Paul Haggis, Gus Van Sant, Judd Apatow, Danny Boyle… desde “Spiderman” (Sam Raimi, 2002) hasta la que nos ocupa, James Franco ha estado en los ojos de estos y otros directores de éxito y prestigio trabajando encarecidamente, de una manera discreta, casi camuflada. Poniéndole voz y rostro al poeta beat Allen Ginsberg, atrapado en una eterna nube de cannabis a las órdenes de uno de los creadores de “Eastbound & Down”, haciendo las veces James Dean o como amigo íntimo del primate fundador del que más tarde sería conocido como Planeta de los simios. Poco a poco, tanto la crítica y el público, le han otorgado, no sólo su beneplácito, sino un singular y merecido reconocimiento que le ha llevado a estrenar este año dos películas tan dispares como “Oz, Un mundo de fantasía” (Sam Raimi, 2013) y “Spring Breakers” (Harmony Korine, 2012).

El tour de force visual y sensorial que es Spring breakers ha podido materializarse como un fenómeno de raíz comercial gracias a la colaboración del citado actor californiano y a la de cuatro chicas más, cuatro intrascendentales actrices, tres sex symbols infantiles ultra estrellas del cine y la televisión familiar Made in USA y Rachel Korine, esposa del director. Una excelente estrategia de marketing, una simbiosis perfecta entre realizador y reparto, ellas han podido ser vistas y oídas, no sólo por hordas de teenagers sino por el sector más cool, o como se diría ahora, hipster, y él ha podido estrenar en miles de salas, algo impensable, absurdo, dadaísta, si echamos un vistazo a propuestas como “Julien Donley-Boy” (1999) o “Trash humpers” (2009).

Gracias a lo que podría haber sido un quimérico MacGuffin he podido ver en pantalla grande, y con un desastroso doblaje, la última obra de un autor que a muchos de nosotros nos fascinó allá por los lejanos 90, no por su guión de “Kids” (Larry Clark, 1995), sino por su debut con “Gummo” (1997), una catarsis low cost plagada e infectada de maravillosas y terribles secuencias, de micro shocks congelados en Super 8, de inquietantes suburbios emocionales y aterradores paisajes o vertederos en el que un grupo de freaks al estilo Tod Browning deambulaban cono funambulistas sobre reverso tenebroso del American way of life. Un collage perverso y ocre, un collage muy distinto al collage de Sprin Breakers, en donde lo fluorescente y lo acuático sustituye a los ocre y desértico.

Excepto en “Mister Lonely” (2007), la juventud y la adolescencia, las inquietudes y atrocidades de este sector de la población han dominado su filmografía, que vuelve a ser una constante en este su último cocktail, en el que La generación MTV y la generación Jersey Shore se mezclan como las drogas y el sexo en una suerte de aventuras lisérgicas en donde el inmortal resplandor de los bikinis, el rap, el house, las armas y el ego trip construyen esta fantasía neón en el que el vacío y la repetición del vacío empujan a estas criaturas a la búsqueda de nuevas experiencias, algo ya manido a lo largo y ancho de la historia del ser humano.

La iluminación de quien ahora es el director de fotografía de Gaspar Noé, Benoît Debie, ha sido determinante para concebir esta orgía de feromonas y testosterona a ritmo de Skrillex, Nicki Minag, Gucci Mane, quien también se reserva un papel, o Britney Spears. Las subyugantes atmósferas de Cliff Martínez proveen de paz y calma el desvarío mental y suicidio hedonista de esta troupe generacional que Korine muestra desnuda, física y moralmente, a través de un apabullante ejercicio de hipnosis en donde su autoexigente y habitual dominio técnico se pone al servicio de un extraño y desconcertante entretenimiento mainstream que petrificará las miradas de las fans Disney y alimentará los placeres ocultos de quienes, tras esta cinta, seguirán considerándolo como uno de los capos del indie.
pedro mateo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow