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Voto de José Manuel León Meliá:
7
Comedia. Drama. Romance En el Dublín de 1980, la recesión económica hace que Conor cambie la comodidad de la escuela privada en la que estudiaba por un centro público donde el clima es más tenso. Encontrará un rayo de esperanza en la misteriosa Raphina y, con el objetivo de conquistarla, la invitará a ser la estrella en los videoclips de la banda que quiere formar. Ella accede, y ahora Conor debe cumplir su palabra. (FILMAFFINITY)
15 de julio de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver la última película escrita y dirigida por el realizador irlandés, John Carney (Dublín, 1972) responsable de títulos tan estimulantes como, "Begin Again", con Mark Ruffalo y Keira Knightley, que se pudo ver hace dos temporadas, o "The rafters", curioso experimento sobre temas sobrenaturales, "Viviendo al límite", entre otros. Con "Sing Street" vuelve a los asuntos musicales para ubicar su relato en Dublín, años 80, y presentando a una cuadrilla de adolescentes, todos ellos alumnos de un hosco y demacrado colegio religioso católico, cuyo líder, Connor, para conquistar a la chica de sus sueños, un año mayor que él, decide montar una banda de pop, rock, escribiendo las canciones, con la ayuda del músico de verdad del grupo, para hacerla participar en los vídeo clips de los temas que componen, que por aquel entonces hacían furor, y lograr conquistarla. Es una película chulísima, llena de bonitos temas musicales, que describe muy bien el agobiante y decrépito clima de asfixia de una ciudad, Dublín, atenazada por el inmovilismo y presa de un conservadurismo moral denigrante (inclusive burlón y bufonesco, como se muestra en la pantalla), cuya juventud más airada e inconformista no duda en ahorrar unas libras, coger el ferry y marcharse a Londres a labrarse un futuro más prometedor. Otra de las interesantes característica del filme, muy bien dirigido, que recoge en su contexto las tendencias musicales de la época, es reflexionar acerca de los vaivenes emocionales del personaje central Connor, cuya obsesión, casi neurótica, por no dejar escapar cualquier simpatía por movimiento musical en alza, tiene una actitud ecléctica y camaleónica acerca de orientar su identidad, influida por cualquier grupo, sea Duran Duran o Spandau Ballet. Otro acierto del filme es la dirección de actores y lo bien escogidos que están los muchachos que forman "Sing Street", nombre que hace alusión a la dirección del colegio católico en el que estudian. En fin, otro gran título que he visto esta semana, que se une a "Francofonia", del ruso, Alexander Sukurow, "Demolition", de Jean-Marc Vallée, la australiana, "The Pack", de Nick Robertson; y la que menos me ha entusiasmado ha sido, con perdón, "Mi amigo el gigante", otra ñoñería de Steven Spielberg sobre la falta de un padre resuelta con la aparición de un gigante con el rostro fabuloso del actor, Mark Rylance. Intentad ver el tráiler de "Sing Street" que a buen seguro os entusiasmará. No digo nada cuando se estrene la película. Y deseo que no sea de tapada. Porque merece la pena.
José Manuel León Meliá
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