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España España · Valencia
Voto de Sapristioca:
9
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haneke bucea en el dolor una vez más. Le interesa, como a muchos de nosotros, la génesis, el motivo, el objetivo del sufrimiento. El desarrollo del dolor que muchas veces tiene en la degradación de la dignidad humana su mayor exponente. Entonces, conceptos como humillación, indignidad, injusticia, arbitrariedad, perversidad, maldad, cobran la dimensión de inquietud en la mente de Haneke y, de esa inquietud, nace el arte.
Amor es una película lenta (en el magnífico sentido de la palabra), que mima sin ñoñerías los planos, los gestos nunca superfluos, el devenir en pendiente de la historia. Siempre me han gustado las películas donde la propia casa es un protagonista más, donde desde ópticas distintas vas conociendo pasillos, distribuidores, habitaciones, librerías, etc. desde todos o muchos de sus posibles ángulos. En Amor tenemos casa, mucha casa porque, para (imagino) horror de muchos, la película podría desarrollarse en un escenario teatral.
Poco voy a desvelar del argumento: a través de una enfermedad invalidante vemos la degradación lenta del enfermo, el cuidado amoroso, torpe, perplejo, del cónyuge; las perspectivas horrendas de la evolución prevista. Dónde va quedando …”nuestra” dignidad, nuestras esperanzas, nuestra misma consciencia. Haneke bucea en el dolor que supone el tránsito de la vida plena y llena de arte y belleza (la Bagatela de Beethoven, los cuadros de románticos paisajes, las fotos de un tiempo feliz: “qué bonita es”, “¿qué?, “la vida”), desde esa plenitud hasta la incontinencia, la amnesia, la pendiente sucia hacia el fin.
A partir de ahí, nuestras reflexiones: ¿dónde está el punto a partir del cual queremos seguir viviendo? ¿a costa de qué? ¿cuentan acaso las voluntades anticipadas, la propia voluntad de un enfermo para parar el sufrimiento?
Impagables las actuaciones de los dos olímpicos actores protagonistas, más allá de los gestos, sus miradas.
El giro brusco del Haneke más incontenible libera un final de premio.
Sapristioca
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